Por Sebastian Zavala
Publicado: 04 de noviembre del 2017
Soy un fanático acérrimo del cine de Edgar Wright. No es un ningún secreto. Me parece que es uno de los cineastas más talentosos de su generación —desde la divertida Shaun de los Muertos, hasta la genial Hot Fuzz (mi favorita, de lejos), y la musicalmente contagiosa Baby Driver, no ha logrado decepcionarnos ni una sola vez en lo que va de su carrera… y Scott Pilgrim contra el mundo no es la excepción.
Es una pena, entonces, el que la película no sea más conocida, especialmente entre los fanáticos del cine o los videojuegos. Desgraciadamente, fue pésimamente “marketeada” (en los Estados Unidos y Europa… en Perú ni siquiera se estrenó, por alguna razón) y le fue terrible en la taquilla. Supongo que recuperó algo de dinero en el mercado casero —DVDs, Blu-rays—, pero Scott Pilgrim es una película que merece ser vista en la pantalla grande. Es un espectáculo visual sin igual, pero más importante, una inteligentísima película con varias sorpresas narrativas y momentos verdaderamente hilarantes.
De hecho, y a pesar de no estar basada en ningún juego en particular, me atrevería a decir que es la mejor película de videojuegos jamás hecha (o bueno, al menos hasta ahora). Esto se debe a que logra transmitir el feeling de videojuego de manera prácticamente perfecta; Scott Pilgrim es una cinta que entiende a su público, que sabe qué es lo que nos gusta de los juegos, pero que también sabe qué es lo que funcionaría y no en un largometraje de ficción. Es un filme que contiene miles de pequeños easter eggs para los geeks, pero que también puede ser disfrutada sin ningún problema por quienes sepan poco o nada sobre el mundo de los videojuegos.
En pocas palabras, Scott Pilgrim contra el mundo es entretenimiento puro y duro, bien realizado, expertamente actuado, e innegablemente divertido. Es un hilarante homenaje al mundo de los videojuegos, los cómics y hasta la música —esto último fue mejor desarrollado en Baby Driver, dicho sea de paso—, pero también un fascinante estudio de personaje —sí, lo dije— que logra transmitir mucho a través puro talento audiovisual.
Michael Cera interpreta al personaje del título, un chico veinteañero que se niega a madurar (ojo, esto no tiene nada que ver con su amor por los juegos, dicho sea de paso). Vive al frente de la casa donde creció, está saliendo con una colegiala (Knives Chau, interpretada por Ellen Wong) a pesar de que no se la toma en serio, y vive cada día de la manera más floja posible. Es un cero a izquierda (cuestión que es presentada de manera muy visual y literal, si sabes dónde buscar), pero la rutina de su vida diaria será sacudida por la presencia de Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead), de quien se enamora casi inmediatamente.
¿El problema? Para poder salir con ella, Scott tiene que derrotar a sus siete exes (ojo, no ex-novios) malignos: Matthew Patel (Satya Bhabha), Lucas Lee (el mismísimo Capitán America, Chris Evans), Todd Ingram (el mismísimo Superman, Brandon Routh), Roxie Ritcher (Mae Whitman), Kyle y Ken Katayanagi (Keita y Shota Saito), y un último ex del que prefiero no decir mucho. Es una premisa sacada casi directamente de un videojuego, la cual es presentada de manera irreverente, y sorprendentemente, bastante verosímil, especialmente gracias a los comentarios incrédulos de la hermana de Scott (la siempre entretenida Anna Kendrick) o de su roommate gay, Wallace (Kieran Culkin).
Cada enfrentamiento con un ex es presentado, previsiblemente, como una batalla de videojuego. La genialidad de la película, sin embargo, está en que, antes de la primera batalla con Matthew Patel, nunca nos da un indicio de que se lleva a cabo en una realidad aumentada en donde todo el mundo, aparentemente, es un experto en artes marciales. Sí, hay sobreimpresiones en pantalla y sonidos de 8-bits desde la primera escena, pero se sienten más como aditamentos a la película que elementos que conviven con los personajes o la historia.
Pero cuando Patel interrumpe un concierto… bueno, digamos que el espectador no es el único en sorprenderse de los poderes de Scott. Este primer combate mezcla coreografía de música tipo Bollywood con impresionantes movimientos de artes marciales, y logra establecer muy divertidamente cómo será el resto del filme. Porque las demás peleas con igual de memorables y graciosas; tenemos una pseudo-carrera en skate con Chris Evans, la amenaza de un vegano súper poderoso (quien finalmente es “arrestado” por la Policía Vegana, con cameo de Thomas “El Punisher” Jane y todo), una intensa pelea entre Ramona y Roxie, un enfrentamiento entre dos DJs y una banda de rock (cada grupo logra invocar a un monstruo gigante musical, porque obviamente), y por supuesto, la gran batalla final, que logra presentar una situación de “vida extra” que jamás pensé vería en una película con actores de carne y hueso.
Todo es muy entretenido, y es dirigido con aplomo por el maestro Wright, que parece saber mucho sobre acción y coreografías de peleas cuerpo a cuerpo. Cada combate es original, está coreografiado de manera impecable, y dirigido muy limpiamente, sin abusar de las cámaras en mano o los cortes frecuentes. Los efectos visuales son utilizados para amplificar la emoción durante estos encuentros, y para darle una estética muy de novela gráfica (e incluso de anime) a la película; ver Scott Pilgrim contra el mundo es como ver una caricatura con actores de carne y hueso, pero sin las exageraciones de, por ejemplo, la cinta de Meteoro de las Wachowski (uno de mis mayores placeres culposos, dicho sea de paso).
Scott Pilgrim es una película muy estilizada, y Wright hace un gran uso de sus habilidades con la comedia visual. Cada movimiento de cámara tiene un propósito, cada transición mejora la comedia o introduce un gag nuevo, y cada entrada de un personaje es coherente con su caracterización, o con lo que la escena necesita. Consideren la manera en que Scott salta por una ventana cuando quiere evadir a Knives (exploté de risa la primera vez que lo vi), o la manera en que las malas palabras dichas por el personaje de Aubrey Plaza son censuradas (¡aparentemente, los personajes pueden ver el rectángulo negro que sale encima de su boca!) Wright exprime cada escena y cada situación al máximo para que sea lo más graciosa posible, pero también para darle un estilo muy de videojuego, cómic o anime al filme. Es realmente impresionante.
Como mencioné líneas arriba, Scott Pilgrim contra el mundo está lleno de easter eggs que cualquier fanático de los videojuegos debería dedicarse a encontrar. Hay escenas que tienen canciones de The Legend of Zelda como música de fondo, efectos de sonido de diferentes juegos de 8 bits o 16 bits, e incluso ciertas pistas en los polos que usan los diferentes personajes de la película. De hecho, el filme está lleno de simbolismo que nos dice mucho sobre cada personaje y la manera en que se relacionan los unos con los otros, o cómo van cambiando; sólo les diré que cada ex es representado por un número específico, y que Scott comienza la película de una forma, y la termina de otra. Realmente la atención que le puso Wright a cada detallito en la trama y sus personajes jamás dejará de fascinarme.
Mucho se ha dicho o escrito sobre Michael Cera, y de cómo siempre interpreta a los mismos personajes. Lo mismo se podría decir sobre Scott, supongo, excepto por dos cosas: 1.) lo interpreta muy bien, y 2.) el “chiste” es que sus habilidades como combatiente contrastan hilarantemente con su personalidad. Mary Elizabeth Winstead es encantadora como Ramona, Ellen Wong transmite muy bien los cambios que suceden en Knives a lo largo del filme, y Aubrey Plaza, Kieran Culkin y Allison Pill (como Kim Pine, la baterista de la banda de Scott) contribuyen con varias escenas de sarcasmo puro. Culkin, en particular, tiene algunas de las mejores líneas de diálogo de la película.
Ah, ¿no mencioné la banda sonora, no? Es espectacular. Todas las canciones que toca la banda de Scott son memorables y está bien compuestas (sí, incluso la que trata sobre un camión de basura), y complementan perfectamente cada escena. Consideren, por ejemplo, un breve plano en el que Scott se golpea la cabeza en frustración al ritmo de la canción que tiene de fondo (y que no es diegética, dicho sea de paso). La edición y, en general, el ritmo de la película es simplemente espectacular. Es un trabajo técnico magistral en todo sentido, desde la enérgica dirección de Wright, hasta la edición, y los efectos visuales.
¿Qué más puedo decir sobre Scott Pilgrim contra el mundo? Es una de mis películas favoritas (aunque en lo que se refiere a la filmografía de Wright, sigo prefiriendo a Hot Fuzz… ¡véanla, por favor!), un ejercicio de estilo realmente impresionante a nivel técnico y visual, que sin embargo tiene mucho qué decir sobre la manera en que uno a veces tiene que madurar, especialmente en lo que se refiere a cómo tratar a sus amigos o intereses amorosos. Es divertida, es inteligente, y está llena de detalles para los geeks como nosotros…en serio, ¿por qué nadie la vio en los cines? Háganse un favor y redescubran Scott Pilgrim contra el mundo en Blu-ray o streaming lo que sea… es una delicia de blockbuster.
