Por Sebastian Zavala
Publicado: 16 de diciembre del 2017
Si la primera película de BloodRayne de Uwe Boll no necesitaba de una secuela (pero, sin embargo, la obtuvo), su adaptación de Alone in the Dark DEFINITIVAMENTE no necesitaba de una segunda parte. Dicha película protagonizada por Christian Slater (dando una de sus más lamentables actuaciones) no es solamente la peor cinta basada en un videojuego jamás estrenada, o la peor película de la filmografía del siempre infame Boll; definitivamente es una de las peores películas de la historia, por lo aburrida, visualmente horrible, e incompetente que es. Se trata de una clase maestra de lo que uno NO debe hacer a la hora de escribir y dirigir un largometraje.
Pero supongo que algo de potencial le vio Boll a su fallida cinta; o al menos se le volvió a prender el foquito cuando salió una nueva entrega de la saga de videojuegos en el 2008. No importa cómo haya pasado; lo importante es que se estrenó una segunda parte de Alone in the Dark, esta vez directamente para el mercado del DVD, y sin contar con la presencia de ninguno de los actores del primer filme. Después de haber visto las actuaciones de Slater y, especialmente, Tara Reid, no me sorprende en lo absoluto.
Lo que sí me sorprende, más bien, es que Alone in the Dark II sea una película… ¿decente? ¿No-terrible? OK, definitivamente no se trata de un producto correcto, pero a diferencia de su predecesora, no me dieron ganas de arrancarme los ojos cuando la vi. Esto se debe, principalmente, a que Boll no se encargó de dirigir este nuevo filme; esta vez, los guionistas de ambas películas, Michael Roesch y Peter Scheerer, decidieron tomar cartas en el asunto, mientras que Boll simplemente mantuvo su rol de producto. Ahí es donde debería quedarse siempre.
Edward Carnby, el investigador paranormal con poderes mentales, es nuevamente nuestro protagonista. Pero Slater ya no lo interpreta; esta vez, contamos con la presencia de Rick Yune (007: Otro Día para Morir), un actor de serie-B especializado en historias de acción, quien logra convertir al personaje en un ser humano creíble. No particularmente interesante… pero creíble. La historia involucra a Carnby, a su interés amoroso, interpretado por Rachel Specter como si fuese un maniquí viviente, y a un grupo de cazadores de brujas e investigadores paranormales, quienes están detrás de una bruja muy poderosa.
No hay referencias a la película anterior (gracias al dios del cine), y casi ni se mencionan aspectos de los videojuegos. Alone in the Dark II trata de ser su propio ente, interesado únicamente en lo que puede hacer con su débil premisa, y por lo tanto decepcionará tanto como la primera cinta a los fanáticos de los juegos. La buena noticia, en todo caso, es que logra desarrollar una atmósfera más interesante que su predecesora, y que depende mucho menos de escenas de acción ridículas o de tomas en cámara lenta para desarrollar tensión o emoción. De hecho, no calificaría a Alone in the Dark II como una película de acción… podría ser un thriller, a lo mucho, excepto que no contiene muchos thrills.
Eso sí, agradezco el que se trate de una suerte de reboot para la saga; mientras más se alejen de la primera película, mejor. El primer acto de la historia es relativamente interesante (Zack Ward tiene un papel bastante excéntrico), pero todo se va al demonio una vez que Carnby comienza a trabajar activamente con los cazadores de brujas. No hay escenas de miedo (ni siquiera se tomaron la molestia de incluir algún jump scare barato) ni persecuciones de carros (¡felizmente!) ni peleas de artes marciales (¿por qué las habría?), por lo que los directores tratan de entretener a su público únicamente con una sensación medianamente palpable de suspenso, y las actuaciones algo pobres de sus actores. No hace falta decir que nada de esto basta para hacer de la película un producto entretenido.
Rick Yune no hace un trabajo terrible, pero se nota que no está hecho para roles protagónicos. Los papeles de villano o de héroe secundario le caen mejor. Rachel Specter, por otro lado, interpreta a su personaje con el carisma de una mesa plegable; he visto más pasión y emoción en estatuas de cera. Bill Moseley, Lance Henriksen (el recordado Bishop en Aliens) y Danny Trejo (!) tienen papeles breves, los cuales no son suficientes para inyectarle energía a los procedimientos. Trejo, en especial, se nota que fue solo por un par de días al set de rodaje, para disparar su metralleta y cobrar un cheque. Es una pena.
A diferencia de la primera Alone in the Dark, que terminó siendo un desastre de épicas proporciones, la secuela es meramente mediocre; plana y poco ambiciosa, pero al menos mejor hecha que su predecesora. Debo admitir que extraño la extrema ridiculez de la primera entrega de la franquicia, pero a la vez, resulta refrescante ver algo un poco más tradicionalmente entretenido de la mano de Boll y sus colaboradores, quienes claramente trataron de reparar el daño hecho por la primera Alone in the Dark. No fue suficiente, en lo absoluto, pero definitivamente aprecio el esfuerzo.