Por Sebastian Zavala
Publicado: 25 de febrero del 2017
Silent Hill es una de las mejores adaptaciones de un videojuego al cine hasta ahora. Dirigida por Christoph Gans (La Hermandad del Lobo), se trata de una película atmosférica, perturbadora, sangrienta y muy fiel a los juegos. La trama no está particularmente bien construida y algunas escenas pueden sentirse gratuitas para aquellos que no sean fanáticos de la franquicia, pero comparada a los desastres que los estudios suelen estrenar para este subgénero (desde el cine de Uwe Boll hasta súper producciones patéticas como Doom), definitivamente se trata de una gran mejora.
Radha Mitchell (Pitch Black) interpreta a Rose DaSilva, madre de Sharon (Jodelle Ferland) a quien, al comienzo de la película, vemos sufriendo de terribles pesadillas. Su padre, Christopher (Sean Bean), piensa que deben utilizar medicinas y llevarla a un hospital para curarla, pero Rose no está de acuerdo. Por ende, decide llevarla al lugar donde sus pesadillas parecen llevarse a cabo —el misterioso pueblo de Silent Hill.
No obstante, camino al lugar, se involucran en un accidente de carro, el cual deja inconsciente a Rose. Cuando despierta, Sharon no está por ninguna parte, por lo que, acompañada de la oficial Cybil Bennett (Laurie Holden), entra a Silent Hill para buscarla. El problema es que el pueblo es, básicamente, el infierno sobre la tierra —cuando la oscuridad llega, monstruos y demonios aparecen para convertir de la vida de las personas en una pesadilla.
Silent Hill es una maravilla visual. Puede que la trama no sea nada del otro mundo, pero es casi imposible no perderse en el mundo desarrollado por Gans. El pueblo es suficientemente perturbador, lleno de neblina la mayor parte del tiempo (como en los juegos), y ceniza también, y luciendo como un lugar verdaderamente infernal cuando la sirena suena y la oscuridad absorbe todo. El uso del color le otorga un carácter vistoso al filme —desde los marrones y grises de las criaturas, hasta el rojo de la sangre y las tripas, Gans entiende que no es necesario desaturar los colores para desarrollar una atmósfera de terror. Los detalles también son importantes —me encantó como Rose comienza la cinta usando un vestido blanco, el cual poco a poco va manchándose de sangre, para terminar completamente rojo durante el asqueroso clímax de la historia.
Desafortunadamente, la narrativa de Silent Hill no es del todo clara. Aquellos que han disfrutado de los juegos no tendrán problemas entendiendo lo que el guión de Roger Avary está tratando de decir, pero el público que poco sabe de los juegos y simplemente quiere disfrutar de una sangrienta historia de terror, puede llegar a sentirse perdido de cuando en cuando. Adicionalmente, tramas secundarias como la de Christopher —quien nunca llega a meterse en el pueblo o encontrarse con su esposa e hija— se sienten innecesarias; podrían ser eliminadas de la película, y las consecuencias no serían demasiado graves.
No quiero malograrles el final a aquellos que no hayan visto la película todavía —solo mencionaré que, al igual que otros aspectos del guión de Silent Hill, no tiene demasiado sentido si es que uno se pone a pensar demasiado en él. Sin embargo, tampoco puedo dejar de admitir que funciona en el momento; es una situación perturbadora y triste, la cual la permite al filme terminar en una nota melancólica. Silent Hill no es una película feliz, en lo absoluto; lo cual, considerando que está basada en una de las franquicias de terror más perturbadoras que se hayan creado, me parece excelente.
Radha Mitchell es creíble como Rose, una madre amorosa y abnegada que haría lo que sea —¡hasta adentrarse en el mismo infierno!— para encontrar a su hija perdida. Deborah Kara Unger es perturbadora como Dahlia Gillespie; Laurie Holden (¡sí, la de Walking Dead!) convence como una oficial de policía que poco a poco descubrirá los horrores de Silent Hill; Sean Bean está desperdiciado en un papel secundario y gratuito (según los rumores, fue incluido porque el estudio no estaba dispuesto a estrenar una película de gran presupuesto protagonizada casi exclusivamente por mujeres; que estupidez), y Alice Krige es perfecta como Christabella, la siniestra villana de la historia.
A diferencia de otras adaptaciones de videojuegos, Silent Hill logra contar una historia independiente a la de su fuente de inspiración, incluyendo varias referencias visuales y de demás tipos para mantener felices a los seguidores más acérrimos. Gans hace un buen uso del tema musical principal de la franquicia, así como de diferentes efectos de sonido, e incluso de personajes famosos de los juegos (¡aparece el infame Pyramid Head!) Silent Hill está inspirada en varios juegos de la franquicia, y respeta muchas de las reglas introducidas en dichas obras.
Silent Hill no es una película perfecta —la narrativa está llena de huecos e incluye una subtrama totalmente innecesaria (la de Christopher), así como un desenlace chocante que, a la larga, no tiene mucho sentido. No obstante, para aquellos que disfrutan de películas de terror con una buena atmósfera, personajes memorables, excelentes efectos prácticos y digitales de sangre y tripas, y criaturas perturbadoras, se trata de una buena opción para ver en casa. Sé que la valla está bastante baja, pero como mencioné líneas arriba, Silent Hill es de las mejores adaptaciones de un juego al cine que se hayan estrenado hasta el momento.
Qué pena, entonces, que la secuela sea absolutamente lo opuesto. Pero eso lo dejaremos para otra ocasión…
