Por Sebastian Zavala
Publicado: 23 de septiembre del 2017
La primera película de Hitman no es ninguna obra maestra, pero en lo que se refiere a adaptaciones de videojuegos —y si se le considera como entretenimiento puro, y nada más— es de las mejorcitas. Tiene una buena cantidad de emocionantes secuencias de acción, y se ve beneficiada por actuaciones centrales sólidas y un desarrollo de personajes creíble. Sí, es cursi, y sí, la trama es simple, pero al menos sabe exactamente el tipo de película que quiere ser, y lo hace bien.
Lo ideal hubiese sido tener una secuela, evidentemente. Estoy seguro de que Timothy Olyphant no se hubiera opuesto; pero desgraciadamente, 20th Century Fox decidió producir un reboot, por alguna razón, a pesar de contratar al mismo guionista del filme anterior —el infame Skip Woods. Hitman: Agente 47 es una cinta de acción aburrida, un filme tan preocupado en ser cool que se olvida de introducir personajes interesantes o una trama intrigante. Sí, técnicamente no está mal hecho, pero dudo de que la vaya a emocionar mucho a alguien, ya sea un fanático de los juegos, o un espectador común y corriente.
Esta vez, el titular Agente 47 es interpretado por Rupert Friend, un talentoso actor británico que sin embargo se ve muy fuera de lugar en esta cinta. No se parece en mucho al personaje de los videojuegos —su rostro es muy delgado, y carece de esa mirada intensa de asesino tan importante para interpretar a 47—, y jamás me lo creí como una máquina de matar.
La trama lo empareja con una joven llamada Katia (Hannah Ware), quien está tratando de buscar a su convaleciente padre, un genio llamado Litvenko (el siempre subvalorado Ciarán Hinds). Dicho científico es el responsable del Programa de Agentes, es decir, el experimento que convirtió a 47 en una máquina de asesinatos con súper agilidad y fuerza sobrehumana. Desgraciadamente, nuestros protagonistas son perseguidos por John Smith (Zachary Quinto, quien realmente no merece estar en un filme de esta clase) y sus hombres, quienes no descansarán hasta detenerlos. (Es decir, matarlos).
Nadie va a ver una película como Hitman: Agente 47 esperando una historia profunda y compleja. De hecho, es posible desarrollar una buena cinta de acción con trama minimalista; el éxito de filmes como The Raid y su secuela, o la genial Mad Max: Furia en el Camino son prueba de ello. El problema de Hitman: Agente 47 es que jamás logra compensar sus deficiencias narrativas con secuencias de acción memorables o siquiera emocionantes. No hay suspenso ni tensión porque uno jamás siente que los protagonistas estén en peligro, y muchas veces las peleas y balaceras son tan exageradas que son casi imposibles de creer.
Un mejor desarrollo de personajes hubiese beneficiado a toda la destrucción y violencia presente en el filme. Lamentablemente, el 47 de esta película no es más que un lienzo en blanco, un protagonista sin carisma ni carácter ni personalidad ni NADA. Solo sirve para matar a legiones de soldados y villanos sin siquiera sudar, y punto. Hannah Ware tarta de humanizar un poco más a Katia, pero el guion le da tan poco con qué trabajar, que no lo logra. Ciarán Hinds claramente está acá solo por la paga, y Zachary Quinto nunca convence como villano. Quinto me gusta mucho como actor, pero al igual que a Ware o Hinds, hay que darle un personaje mucho más rico, o siquiera divertido, para que haga un buen trabajo.
El primer acto de la cinta sirve como una suerte de homenaje a la primera entrega de Terminator, de James Cameron, en donde uno siente que 47 es una suerte de villano implacable. Esta es la parte más tensa de la cinta, pero no dura mucho. El resto de la película es una serie de secuencias de acción explosivas y casi incoherentes; Woods no inserta demasiadas secuencias de dialogo, más bien favoreciendo las balaceras y las persecuciones. Al menos las motivaciones de los personajes son claras, de lo contrario, sería más entretenido ver a alguien más jugar alguno de los juegos.
Técnicamente, Hitman: Agente 47 no está mal hecha. Las escenas de acción están filmadas con claridad por su director, el polaco Aleksander Bach, y los efectos especiales, las imágenes digitales, y la dirección de fotografía son todos impecables. La película se ve bien, pero al final del día, es un montón de ruido que significa nada, imágenes de dobles de acción poniendo sus vidas en riesgo en nombre de un producto final que no tiene nada interesante qué decir. Supongo que si quieres pasar hora y media viendo peleas y explosiones, hay peores opciones, pero a la vez, también hay muchísimos otros filmes que hacen un mejor trabajo sin necesidad de insultar la inteligencia de su público. Jamás creí que diría esto, pero me quedo con la primera Hitman.