Por Sebastian Zavala
Publicado: 27 de enero del 2018
Así que hemos llegado a esto. Para quienes no conozcan la franquicia de “Oneechanbara”, básicamente se trata de una saga de juegos de acción protagonizada por chicas sexis en bikini, quienes aparentemente son las más apropiadas para enfrentarse a hordas de hordas de zombies, matándolos con sus espadas Samurai. Sí, es tan estúpido como suena, pero en formato de videojuego, resulta increíblemente divertido; después de todo, un concepto tan absurdo y exagerado como este se ve beneficiado por un juego que no se toma muchas cosas en serio, y que favorece la sangre y las acobradas por sobre el sentido común.
Japón siendo Japón, sin embargo, no tardó en adaptar esta exitosa saga al mundo del cine, lo cual resultó en “Oneechanbara: The Movie”. ¿Cómo adaptarían una serie de juegos de este tipo al mundo del live-action? Pues de la manera más literal posible. “Oneechanbara: The Movie” maneja la misma premisa ridícula que sus contrapartes interactivas, y siendo justos, es muy fiel a su fuente de inspiración. Sin embargo, la novedad se agota rápidamente, y como las escenas de acción, evidentemente, no dependen de las decisiones de uno, al final la cuestión se torna más tediosa y previsible que divertida. Pero hey… ¡chicas bonitas usando bikinis y sombreros de vaquero! ¿No…?
Pues no.
La película se desarrolla en un futuro cercano. Un misterio científico ha descubierto la manera de revivir a los muertos, pero al hacerlo, ha convertido a un pequeño pueblo en un infierno sobre la Tierra. Aya (Eri Otoguro) es, aparentemente, la única que puede deshacerse de los zombies, despedazándolos con su katana, pero esa no es su única misión. También está buscando a su hermana, Saki (Chise Nakamura), con quien tiene un pasado algo trágico.
Primero lo primero. Si lo que están buscando son chicas sexis, sangre, y mucha violencia, supongo que “Oneechanbara: The Movie” cumple con su cometido… con las justas. Este tipo de película merece ser bien serie B y explotadora; es decir, cada elemento, desde lo visual hasta lo violento y lo sexual, debería ser exagerado al máximo para generar mayor diversión en el espectador. Es la única manera de que una premisa tan ridícula realmente funcione, y no termine por aburrido a uno. Desgraciadamente, “Oneechanbara: The Movie” no sabe hacer esto.
Sí, las secuencias de acción están bien coreografiadas (el finisher de Aya es de lo mejor que hace a lo largo del filme), pero sufren gracias a un exagerado uso de sangre digital, la cual se ve demasiado falta y no contribuye a la verosimilitud del filme. El truco de una película trashy como esta es que debería tratar de realizar la mayor parte de efectos visuales de manera práctica; si se abusa del famoso CGI, especialmente si este está mal hecho, el resultado puede ser involuntariamente gracioso, en vez de voluntariamente entretenido. Esa es una línea que, lamentablemente, “Oneechanbara: The Movie” cruza, y de manera muy obvia.
De hecho, se nota que el presupuesto no era particularmente alto, y que se lo gastaron en la mayoría de efectos visuales los cuales son, en general, bastante mediocres. Los sets son muy limitados y hacen que el filme se sienta algo claustrofóbico, por momentos, lo cual es, en realidad, lo opuesto a lo que uno querría que suceda con un filme de este tipo. Una película como “Oneechanbara: The Movie” debería sentirse más entretenida, más light, debería estar orgullosa de su propia ridiculez. Este filme, en cambio, no parece estar muy seguro de cómo quiere tomarse a sí mismo, lo cual resulta en un tono irregular que no siempre combina con sus efectos especiales baratos.
Siendo justos, las batallas están muy bien escenificadas, y como la cinta nunca da una explicación de por qué Aya se encuentra usando un bikini y una gorra de vaquero, o por qué es tan habilidosa con la espada Samurai, uno la termina considerando como lo que verdaderamente es: un avatar, un personaje plano y sin caracterización que sirve más para emocionar a los adolescente hormonales, que para crear algún tipo de identificación con el espectador. En todo caso, se nota que Eri Otoguro se esforzó durante la grabación de la película; luce muy bien en las escenas de pelea, y logra convencer a pesar de que, de rato en rato, uno simplemente deja de escucharla, solo la ve, y se pregunta: “¿De verdad está usando un bikini y un sombrero de vaquero, y peleando con una katana?”
La batalla final es tan exagerada y absurda como uno esperaría, pero al igual que el filme en sí, se extiende demasiado y termina por cansar, haciendo que uno se torne impaciente y quiera que termine ya. Y supongo que ese es el feeling general que da “Oneechanbara: The Movie”: para justificar su desarrollo como largometraje, o debió ser más exagerada, más explotadora, más sangrienta y más erótica, o debió desarrollar su narrativa de manera más compleja. Siendo como es ahora, una mezcla de todo, al final de cuentas no logra hacer nada bien, por lo que termina siendo un producto ocasionalmente entretenido, pero insatisfactorio.
En todo caso, existe una secuela, si no me equivoco. Habrá que verla; total, de otra no me queda.