Por Sebastian Zavala
Publicado: 12 de agosto del 2017
¿Recuerdan cuando, en mi crítica de Resident Evil: Resurrección, mencioné que a partir de esa película se me comienzan a chocolatear un poco? Eso se debe a que Resurrección y La Venganza se me hacen virtualmente iguales: secuencias de acción similares, estética muy parecida —trajes de cuero, cámara lenta, balaceras interminables— y tramas similarmente estúpidas. Esto es Resident Evil solo en nombre; si son fanáticos de los juegos, odiarán lo que Anderson y compañía han hecho con el legado de la franquicia y los personajes clásicos, y si son cinéfilos comunes y corrientes, se aburrirán con lo sosa que es la cinta.
Como en las películas anteriores, Anderson comienza con un prólogo 100% expositorio que resume la historia de sus predecesoras; se trata de una técnica narrativa completamente innecesaria para aquellos que estén familiarizados con este mundo (por algo no es algo que ocurre con frecuencia en otras sagas), y de una manera poco efectiva de poner al día a aquellos que sepan poco sobre estas películas. ¡Mila Jovovich hablando a través una pantalla de computadora, qué entretenido!
Pero una vez que Anderson termina con el segmento de “previamente, en Resident Evil”, es que por fin comienza con la carnecita del asunto… y desgraciadamente, la carnecita está rancia, hasta podrida. Lo mencioné en mi crítica de Resurrección, y lo vuelvo a mencionar aquí: parece que Anderson hubiese sido obligado a filmar esta película con una pistola en la cabeza. No hay ninguna suerte de evidencia de que esté esforzándose en hacerla; más bien, parece que hubiese escrito el guion en media hora, una hora máximo, posiblemente bajo la influencia de una bebida alcohólica, o drogas psicodélicas.
Solo eso explicaría lo básica que es la trama, pero también lo sorprendentemente incoherente que resulta. Aquí no hay continuidad con las películas previas, aparte de una que otra referencia durante una escena de simulación en la que Alice (Mila Jovovich) tiene que matar zombies en diferentes ciudades. El diálogo es simplista y tonto, y Anderson tiende a utilizar exageraciones, con la esperanza de que los peligros a los que nuestros protagonistas se enfrentan suenen más épicos de lo que en realidad son. Desafortunadamente, Alice sigue teniendo la personalidad de una mesa, por lo que, por más que trate de sonar emocionada o molesta, Jovovich simplemente no puede otorgarle nada interesante al personaje.
“¿Pero qué hay de la acción?”, preguntarán algunos. Yo respondería con: “¿qué pasó con el terror?” Se supone que esta franquicia, que cuenta la historia de zombies y mutantes y corporaciones malignas, está basada en una serie de juegos de horror absoluto, pero La Venganza, al igual que Resurrección, parece estar más preocupada en vestir a Jovovich con trajes fetichistas y ponerla en balaceras aburridas y repetitivas. Sí, hay sangre, y sí, hay monstruos, pero estos últimos no duran mucho ahora que Alice es una Terminatrix invencible. ¿Cuál es el punto de tanta violencia si no hay tensión, si no hay suspenso?
La Reina Roja (la villana de la primera cinta) está de vuelta, pero no dura mucho. También han regresado Rain (Michelle Rodriguez) y Jill Valentine (Sienna Guillory), pero no tienen mucho qué hacer. A la primera la visten con puros polos de tiritas para verse sexy, supongo, y la segunda parece estar lista para atender un baile de gala en cualquier momento. Por alguna razón, Anderson siente la necesidad de sexualizar a todos sus personajes femeninos, y de caracterizar a todos los hombres como soldados machos y aguerridos, pero con el carisma de una botella reciclable. Los fanáticos se horrorizarán con lo que hicieron con el gran Leon S. Kennedy (Johann Urb), aunque Li Bingbing no hace un mal trabajo como (la también sexualizada) Ada Wong.
Si todo lo que quieren ver son secuencias de acción llenas de monstruos digitales, llevadas a cabo en entornos sintéticos y oscuros, protagonizadas por personajes aparentemente invencibles, supongo que no la pasarán mal. Ciertamente aquellos que estén buscando una trama comprensible, buenas actuaciones, o diálogo realista —en serio, nadie habla como un ser humano común y corriente en esta película—, es decir, un filme como cualquier otro, no deberían darle una oportunidad a Resident Evil: La Venganza. Aunque considerando que se trata de la quinta (!) entrega de la franquicia, asumo que solo los fanáticos acérrimos de Alice y compañía estarán interesados en verla.
La buena noticia es que no voy a tener que ver ninguna de estas películas nunca más —publiqué una crítica de El Capítulo Final hace unos meses, y se supone que la siguiente adaptación del juego será un reboot total. Si ahora se animan a respetar la historia y los personajes de los juegos, en vez de convertir a la saga en una mezcla de Matrix, Mad Max y un shooter en tercera persona, lo más probable es que vayamos a disfrutar de un mejor producto final. ¡Hasta nunca, Paul WS. Anderson!
