Por Sebastian Zavala
Publicado: 16 de febrero del 2020
Es increíble como, con el pasar de los meses, la percepción del público hacia “Sonic: la película” ha cambiado completamente. Cuando se publicó el primer teaser, el diseño del personaje del título recibió comentarios tan negativos, tanto por parte del público como de la crítica y hasta los creadores de los juegos originales, que el director Jeff Fowler y su equipo decidieron retrasar la fecha de estreno de la cinta, para tener suficiente tiempo como para modificar el look del erizo súper veloz, y traer de vuelta a los fanáticos que, comprensiblemente, quedaron horrorizados por lo que vieron en pantalla. Existen personajes fantásticos que, al recibir el tratamiento “realista”, mantienen la esencia de su look y personalidad. Sonic no es uno de ellos.
Cuando se publicó un nuevo trailer, sin embargo, las cosas lucían mucho mejor: Sonic lucía, por fin, como el personaje que todos recordamos de los videojuegos. Además, se deshicieron de la canción “Gangsta’s Paradise”, del rapero Coolio (la cual se sentía increíblemente fuera de lugar en el primer avance), y la comedia funcionaba mejor, dando a entender que Jim Carrey, para sorpresa de nadie, iría a robarse el show como el Doctor Robotnik, el archienemigo de Sonic. El producto final, para variar, lucía prometedor, y el nuevo trailer demostraba que a veces —y solo a veces—, los comentarios de los fanáticos pueden resultar en cambios positivos. Cuando existe un fanbase tan grande para una franquicia y sus personajes, definitivamente vale la pena escuchar lo que tiene que decir.
Lo que me lleva, evidentemente, a la película ya terminada. “Sonic: la película” no es ninguna obra maestra, pero con nuevo diseño y todo, ha demostrado ser un producto altamente entretenido, el cual se nota entiende la personalidad de su protagonista, así como los elementos que todo fanático esperaría fuesen extraídos del juego. Se trata, pues, de una cinta familiar hecha con dedicación, llena de acción colorida, buenos gags, y un Jim Carrey desatado que me hizo recordar a sus mejores trabajos de la década de los 90s. Sigo prefiriendo la película de “Detective Pikachu”, pero considerando lo baja que suele estar la valla en lo que se refiere a la calidad de las producciones basadas en videojuegos, “Sonic: la película” no está del todo mal.
El filme comienza con una narración en off por parte del mismísimo Sonic (voz de Ben Schwartz), quien nos cuenta sobre sus orígenes: el erizo viene de un planeta —muy similar al Green Hill Zone de los juegos—, de donde tuvo que escapar debido a que sus poderes atraían la atención de toda suerte de villanos. Ya en la tierra, decidió establecerse en el pequeño pueblo de Green Hills (ja), en donde vive relativamente en paz, sin que nadie lo moleste. Se siente solo, sí, y parece estar perdiendo un poquito la cordura, pero al menos nadie quiere matarlo.
El status quo cambia, lógicamente, luego de que Sonic mete la pata y atrae la atención del gobierno estadounidense, y peor, del Doctor Robotnik (Jim Carrey), quien quiere atraparlo para extraer todo el poder de su cuerpo. Es así que nuestro protagonista azul busca la ayuda de Tom Wachowski (James Marsden), el sheriff de Green Hills, con quien comenzará un viaje de carretera para ir a la ciudad de San Francisco y recuperar sus anillos, los únicos objetos que lo ayudarán a escapar de la tierra. En el camino, tendrán que esquivar los ataques de Robotnik, y hasta unirse a la esposa de Tom, Maddie (Tika Sumpter), una talentosa veterinaria.
Primero lo primero. Al ser una película que mezcla la acción en vivo con la animación digital, “Sonic: la película” no es 100% fiel a los videojuegos, pero se nota a leguas que el director Jeff Fowler y sus dos guionistas hicieron todo lo posible para no alejarse demasiado de su fuente de inspiración. La cinta está llena de referencias a los juegos, y hasta utiliza varios elementos de los mismos de maneras inesperadas, sin que se sientan forzados: los anillos sirven como objetos de teletransportación; Robotnik es un genio capaz de construir toda suerte de robots; Sonic puede hacerse bolita para atacar, y en un determinado momento, recibe zapatillas rojas muy similares a las que usa en sus aventuras digitales. Es evidente que Fowler es un fanático de los juegos, y por ende ha tratado de desarrollar una historia que homenajee a los mismos, pero sin llegar a sentirse como una simple copia.
Evidentemente, no se puede escribir sobre “Sonic: la película” sin mencionar al personaje del título. El nuevo diseño de nuestro erizo azul es tan bueno —muy fiel al de los juegos, pero sin llegar a darle un solo ojo con dos irises, porque eso sería ya demasiado raro—, que por momentos, a la hora de ver la cinta, me decía a mí mismo: “realmente no me imagino esto con el diseño anterior”. Sonic representa una mezcla entre lo adorable y lo cool, y está lo suficientemente bien implementado como para que uno nunca dude de que comparte el mismo universo que los personajes de carne y hueso. De hecho, los efectos visuales en general son de buena calidad; nada revolucionarios, pero cumplidores.
Narrativamente hablando, “Sonic: la película” no es una película complicada… pero creo que nadie esperaba nada particularmente complejo de esta producción, ¿o me equivoco? Lo que tenemos acá es, básicamente, un road movie, el cual se enfoca principalmente en la amistad entre Sonic y Tom, lo cual resulta en momentos emotivos algo cursis. Sí, no es un filme particularmente original, y algunas de las secuencias más vistosas me recordaron a otras producciones más famosas —tiene sentido el tener una escena en cámara lenta con Sonic, pero igual me recordó demasiado a su equivalente en “X-Men: Días del Futuro Pasado”—, por lo que los adultos que no sepan mucho sobre el personaje podrían aburrirse un poco. “Sonic: la película” no ha sido hecha para ellos, sin embargo —se trata de un filme para fans y para niños, y ambos deberían pasarla bien con ella (la gente se reía bastante en la función a la que fui, al menos).
James Marsden no hace un mal trabajo como Tom. Se trata de un rol bastante plano, el cual, sin embargo, Marsden aprovecha bastante, haciendo que el desarrollo gradual de su amistad con Sonic resulte creíble. Como Maddie, Tika Sumpter no tiene mucho qué hacer, al menos hasta los últimos veinte minutos de metraje —disfruté, sin embargo, de los diálogos que comparte con Marsden, creíbles y ocasionalmente astutos. Ben Schwartz es perfecto como la voz de Sonic —interpreta al erizo azul como un adolescente hiperactivo, siempre en movimiento, y en busca de nuevas experiencias—, y como deben imaginarse, Jim Carrey está genial como Robotnik, alias Eggman. Le otorga al personaje esa energía maniática y exagerada que no veíamos en Carrey desde hace varios años, convirtiéndolo en un enemigo formidable —sí, es muy inteligente y capaz, pero definitivamente está algo loco.
“Sonic: la película” es todo lo bueno que uno podría esperar de un filme de acción en vivo basado en un popular videojuego. Sí, la trama es súper básica; no todos los chistes funcionan, y algunos de los efectos visuales podrían estar más pulidos —consecuencia, me imagino, del cambio de diseño de Sonic—, pero en general, se trata de una cinta familiar que mezcla elementos de los videojuegos con un gran sentido del humor y personajes carismáticos, para entregarnos una experiencia innegablemente light, pero muy entretenida. No hay duda de que “Sonic: la película” es, junto a “Detective Pikachu”, la mejor película de videojuegos hecha hasta el momento. Considerando lo bien que le está yendo en la taquilla, no puedo esperar a ver una secuela; tendría el potencial de utilizar lo construido acá y ser bastante mejor.
Nota: quédense en la sala durante los créditos finales para ver dos escenas adicionales. Los fanáticos de los juegos, en particular, no se las querrán perder.