Por CharlieChimp
Publicado: 23 de noviembre del 2017
Wolfenstein: The New Order fue uno de esos juegos que se sienten conocidos pero a la vez nuevos, como algo antiguo pero novedoso a la vez, como un déjà vu que nunca tuviste de algo que nunca jugaste. No es que los títulos de la saga que hubieron desde 1992 hasta el 2014 fueron malos, solo que su historia era tal vez muy Wolfenstein: con su acción exageradísima al igual que sus personajes jalados de los pelos e increíbles. Con Wolfenstein: The New Order se logró un buen balance entre lo irreverente y lo real. Para esto hay que entender que el mundo de Wolfenstein se presta para dejar volar la imaginación con todas las conspiraciones y misterios detrás de los nazis, con criaturas mitológicas, experimentos y zombies.
En eso encanta Wolfenstein: The New Order, sabe de dónde viene y a dónde quiere ir, reconoce sus raíces y no es pretencioso en cuanto a querer ser un juego que no es o querer ser un juego filosófico y hacerte reflexionar sobre la guerra y lo que viven los personajes. ¡Vamos a disparar y punto!
Lo que sucede es que en Wolfenstein: The New Order la historia es lo que pasaba mientras jugabas, era un elemento que estaba en segundo plano y dejaba que divirtieras jugando. Ahí es donde brillaba, ya que servía como un respiro explorar más sobre la historia de los personajes en misiones que servían como entretiempo entre tanto disparo y lo jugabas. En Wolfenstein II: The New Colossus, en cambio, el juego es lo que pasa entre la historia que te la cuentan en cinemáticas. Esto no sería malo si no fuese porque la transición entre cinemáticas y el juego son muy marcadas: el juego se pausa como preparando el video y la diferencia de calidad es enorme, ya que las cinemáticas usan un lenguaje cinematográfico muy marcado como las barras negras y la posición de la cámara.
Si se van a crear barreras tan grandes entre jugabilidad y cinemáticas, si las cinemáticas son lo más llamativo y van a contar mejor la historia, mejor hacemos una película y ya. No se puede afectar la experiencia jugable así, ya que al fin y al cabo es un juego y no una película. Los momentos más memorables no son cuando una juega sino cuando se está como espectador. Es más, Wolfenstein II puede funcionar sin ningún problema como una película, su nivel cinematográfico lo comprueba.
Pero, a ver, no es que la historia de Wolfenstein II sea mala, por el contrario, engancha y es entretenida cuando debe serlo. El problema es cómo se implementa y se fuerza de cierto modo a un juego como Wolfenstein. Aquí, los de Bethesda le trataron de dar un toque más humano a esta máquina de matar nazis, de explicar su naturaleza y hacer que el jugador empatice con un malherido Blazkowicz, mostrando pasajes de su niñez y su nada feliz infancia. El problema es que los inserta a modo de flashback mientras se está jugando, van y vienen, uno tras otro. Pero hay uno en especial -que no contaré para que lo jueguen- que sale de la nada, que considero innecesario hasta cierto punto y facilista y efectivo en lograr lo que quiere el director, que sientas pena y empatía por este exterminador de nazis.
Y es de este modo que la historia empieza un poco lenta, no tan Wolfenstein pero de a pocos va agarrando ritmo y llega a sus niveles de irreverencia, sátira e ironía propio de la saga con ideas locas, personajes histriónicos y lugares imposibles. Aquí es donde Wolfenstein II brilla. Es irreverente, critica sutilmente a todos y ensalza a los que se deben. Como este Estados Unidos arrebatado de su libertad, pero no de su ideología, ya que el Ku kulx klan está presente y subordinado a los nazis, como haciéndonos recordar que por más patriotas que fueron los americanos por luchar contra la ideología nazi, la misma ideología estaba en su núcleo.
Otro punto fuerte de la historia es la tripulación variopinta del submarino Eva’s Hammer. Llena de las minorías oprimidas y de los que sufrieron más en la segunda guerra mundial: afroamericanos, polacos, rusos, japoneses, etc. Unidos todos bajo una misma idea y deseo. Es inspirador ver como es que luchan y que en verdad fueron ellos los héroes de la segunda guerra mundial, hombres y mujeres que lucharon incansablemente en todos los frentes posibles. Además, la historia que hay detrás de cada uno es interesante de escuchar y llenan al submarino de vida, estos personajes están muy bien escritos y hechos con amor.
Hay varios momentos memorables del juego, es buena la historia, solo que, como está en líneas anteriores, da para una película y no necesariamente un medio como el videojuego.
Si de algo trata Wolfenstein en general es de acción exagerada, de disparar con armas descomunales y a dos manos. Todo esto solo es posible en el mundo de Wolfenstein, lleno de lugares monumentales como castillos y fortalezas en la luna.
En este punto Wolfenstein II sigue fiel a su antecesor, con varias armas normales y algunas pesadas, las cuales son divertidas de usar y son más efectivas para lograr tu objetivo…bueno, matar nazis. Además, tiene elementos del RPG tanto para las armas como para el personaje – esta última se desbloqueará a mitad del juego- que ayudan a mejorar y personalizar hasta cierto punto la experiencia de juego. Lo bueno es que, si bien tienes que encontrar los kits de mejora para armas, las mejoras disponibles son sencillas y ayudan a tu estilo de juego: si prefieres atacara desde una cubierta o abalanzarte a lo loco sin importar que lancen las alarmas.
Pero hubo un par de cosas que no me cuadraron bien. La primera es la cinestesia de las armas, sobre todo la Maschinenpistole. De por sí es un poco incómodo apuntar con la mira del arma, sentía que disparaba esta arma con todo a quema ropa y el enemigo recién sentía las balas un par de segundos después. Para todo caso, me basto con mejorar la Sturmgewehr y usar la Dieselkraftwerk y no había enemigo alguno, ni grande ni chico, que resistiese. Es curioso, porque incluso el rifle se desempeñaba mejor que la escopeta en combates cercanos y casi nunca use el modo de usar armas a dos manos. Y la segunda es que más de una vez me encontré atascado en algún lugar ya que no podía salir saltando a pesar de que era un obstáculo no muy grande.
Sin embargo, a pesar de que mi estilo de juego era usar la cubierta, apuntar desde tu escondite es terrible. El sistema de mira mientras está cubierto no es intuitivo y es muy sensible a cualquier movimiento, por lo que, si te mueves ligeramente, te agachas o paras y pierdes al objetivo.
En cuanto a la dificultad, viene con las clásicas del juego, y la más difícil, más que mejorar la IA de los enemigos, aumenta el daño que recibes por parte de ellos, por lo que, cubriéndome y con mi rifle mejorado, me bastó para pasar todos los niveles. Hay unos que preferirán usar dos armas e ir con todo, pero recuerda que, a pesar de contar con una armadura avanzada, no eres un tanque. En fin, tampoco es que el juego te fuerce a salir de tu cubierta y pelear.
Y esto último se debe al diseño de los niveles y a los enemigos, que, si bien los escenarios te incitan a explorar y descubrir todos los coleccionables, son bastante lineales y están llenos de lugares para hacer un buen “campeo”. Pocas veces me vi forzado a salir de mi escondite. Y los enemigos, son básicamente lo mismo, salvo unos cuantos robots futuristas que sí son los que te retan un poco.
Sin embargo, un punto bueno del juego en cuanto a jugabilidad, es valga la redundancia, su rejugabilidad. Hay misiones de asesinato, que de sigiloso no tienen nada, pero te permiten volver a lugares y explorar más en busca de coleccionables y ganar algunas mejoras. Además de observar con más tranquilidad -sin tanto frenetismo del juego principal- los escenarios que reflejan muy bien la ocupación nazi y su exagerada máquina de guerra y lo monumental de sus construcciones para simbolizar su victoria.
Hay algo que me encantó de Wolfenstein II: su apartado visual y sonoro. En cuanto a la música, tiene una buena banda sonora, con puntos altos en la acción que realzan el frenetismo de disparar. Por otro lado, en la parte visual el motor gráfico id Tech 6 está bien trabajado, sacando algunas imágenes hermosas. Lo mejor de logra este motor creo yo es la luz, y ya que parece que la parte cinematográfica es prioridad para los desarrolladores no sorprende que este sea el fuerte del motor. Como se sabe en el mundo audiovisual, la luz lo hace casi todo, una buena luz te puede ayudar a mejorar la foto y a solapar algunas falencias. Como lo son algunas texturas un tanto bajas y unos modelados no tan elaborados, pero todo eso se olvida cuando ves imágenes como estas.
Eso sí, tanto le pusieron esfuerzo a la luz, que se les olvidó el agua.
Creo que al final el día, la experiencia del juego es con lo que te quedas. Si bien es algo entrecortada y dividida entre juego y cinemática, es completa como un todo. La jugabilidad es satisfactoria, la historia de estos personajes es atractiva y refuerza los valores de la lucha de la resistencia por lo que no te hace sentir mal por apilar cuerpos de nazis. Existe un buen balance entre acción y emoción, entre la matanza desenfrenada y la humanidad dentro de estos guerreros. Wolfenstein II hace uso de un contexto ficticio para mostrar lo peor y lo mejor de la humanidad en los momentos más oscuros y tal vez sea eso lo que hace que se sienta menos Wolfenstein, pero la cacería de nazis queda y eso engancha.
Lo positivo:
Lo negativo: