La primera película de Mortal Kombat, dirigida por el irregular Paul W.S. Anderson, podría considerarse como una de las mejores adaptaciones de un videojuego al cine que se hayan hecho hasta el momento. No tiene una trama muy compleja ni personajes particularmente bien desarrollados, pero es emocionante, divertida y visualmente espectacular (para la época).
Lo más importante, sin embargo, es que fue un éxito de taquilla, por lo que una secuela no se haría esperar. Pero nadie se esperaba que, a pesar de que se tomaron casi dos años para realizarla, dicha cinta, llamada Mortal Kombat: Aniquilación, fuese un desastre completo. Solo dos de los actores originales regresaron para la secuela; Paul W.S. Anderson decidió encargarse de otros proyectos, por lo que fue reemplazado por el novel John R. Leonetti (cinematógrafo del filme anterior), y el presupuesto fue reducido, a pesar de tener un guión bastante más ambicioso que el de la película previa. ¿El resultado final? Un bodrio total.
Trama Cero
Mortal Kombat: Aniquilación comienza con el final de la cinta anterior; vemos a nuestros héroes celebrando su victoria en el torneo llamado Mortal Kombat, aunque muchos lucen cambiados. Robin Shou está de regreso como Liu Kang, al igual que Talisa Soto como la Princesa Kitana. El resto de protagonistas, sin embargo, son interpretados por nuevos actores. James Remar es Raiden, el dios del trueno; Sandra Hess es Sonya Blade, y Chris Conrad es Johnny Cage (aunque aparece tan poco que es casi imposible darse cuenta del cambio). El villano esta vez es Shao Khan, interpretado con una exageración digna de mejor causa por Brian Thompson.
¿Su plan? Abrir un portal desde Outworld hasta nuestro mundo, para absorberlo en un plazo de seis días (¿por qué seis días? Nadie sabe). Obviamente nuestros héroes tendrán que detenerlo, esta vez con la ayuda de personajes nuevos como Jax Briggs (Lynn «Red» Williams), quien en realidad tuvo un cameo en el primer filme, o un nuevo (y benigno) Sub-Zero, interpretado por Keith Cooke.
Como pueden haberse dado cuenta, la trama es de lo más simple, tanto así que parece extraída de una caricatura para niños de seis años o menos: el malo quiere destruir nuestro mundo, y los héroes tienen que detenerlo. Eso es todo. No hay sutilezas, no hay matices. Y aunque podría argumentarse que la primera Mortal Kombat era casi igual de simplista, al menos nos ofrecía una introducción al torneo que le da el nombre a la franquicia, a un mundo fantástico dentro de lo cotidiano, con un villano memorable y peleas bien coreografeadas.
Ni como para la tele
La secuela no hace nada de esto. El torneo ya no tiene nada que ver con la trama (aunque tratan de forzar el concepto en un par de momentos), y las peleas no generarían ningún tipo de emoción ni en el fanático más acérrimo de las artes marciales. Están pésimamente coreografeadas; son lentas, aburridas, y en un par de ellas, ¡uno hasta puede ver los rostros de los dobles de acción que reemplazan a los actores principales! (Por ejemplo, es fácil detectar al gran Ray Park, quien luego interpretaría a Darth Maul en Star Wars Episodio 1: La Amenaza Fantasma, reemplazando a James Remar durante un combate). Para ser una película supuestamente enfocada en las peleas, hace un pésimo trabajo a la hora de presentarlas.
Y ni qué decir del villano. Mientras que Shang Tsung era interpretado con aplomo por Cary-Hiroyuki Tagawa, como un hombre infinitamente poderoso y despiadado, el Shao Khan de Brian Thompson es un payaso que no hace más que gritar y decir tonterías. La relación que entabla con su padre, quien resulta ser algo así como un Emperador para su Darth Vader (de descuento), es totalmente inverosímil, y a pesar de que se supone que Khan es un ser muy poderoso (tanto así que fue mostrado como un rostro gigante en la escena final de la cinta anterior), aquí más bien es presentado como un humano que disfruta usar máscaras ridículas.
De hecho, la mayor parte de actuaciones son terribles, lo cual es todo un logro, considerando que la primera Mortal Kombat no era conocida por sus grandes interpretaciones. Robin Shou es el más decente; interpreta a Liu Kang de la misma manera que en la cinta anterior, y sigue participando en sus propias peleas, por muy incompetente que sea Leonetti a la hora de filmarlas. La Kitana de Talisa Soto tiene el carisma de una tabla de planchar; James Remar actúa más como un skater que como un dios del rayo (especialmente cuando cambia de “look”); Sandra Hess nos hace extrañar a la Sonya de Bridgette Wilson; y Lynn «Red» Williams interpreta a Jax como el estereotípico personaje afroamericano con “actitud”. Solo faltaba que se pusiera a rapear en algún momento; así de ofensivo y estúpido es el personaje. Ah, y cómo olvidar a Musetta Vander, quien interpreta a Sindel, la madre de Kitana, y tiene una de las mejores (malas) lineas de diálogo que jamás se hayan escuchado en una producción audiovisual:
Kitana: Madre, ¡estás viva!
Sindel: Qué pena que… TÚ… ¡morirás!
Impresionante.
¿Valores de producción? ¿Qué es eso?
Si bien los efectos digitales que pudimos ver en la primera Mortal Kombat no eran los mejores, estos eran compensados por el gran uso de efectos prácticos, como sets bien diseñados o animatrónicos de gran complejidad (cómo olvidar al gran Goro). Mortal Kombat: Aniquilación, más bien, parece que fue grabada en el garaje de uno de los productores. Cada escenario se ve de lo más falso; desde rocas de tecnopor hasta exteriores mal iluminados, no hay una sola locación que se vea impresionante o al menos verosímil. Las imágenes generadas por computadora parecen haber sido sacadas de un (mal) juego para el primer PlayStation; la secuencia en donde Liu Kang y Shao Khan se dejan llevar por su “animalidad” es verdaderamente vergonzosa. ¡Y pensar que esta cinta fue estrenada CUATRO años después de la revolucionaria Jurassic Park, y el mismo año que Titanic!
Es posible entretenerse con Mortal Kombat: Aniquilación, pero definitivamente no de la manera que sus productores hubiesen deseado. Al tratar de insertar tantos elementos del juego; tantos personajes (hay algunos que ni siquiera reciben un nombre), tantos lugares y tantos cameos, la película termina por saturar a su público, sean fanáticos acérrimos del juego o no. Y tampoco ayuda el hecho de que los productores claramente no tenían los recursos para llevar esta historia a la pantalla grande; si no puedes recrear tanto set, tanto vestuario o tanta imagen digital convincentemente, ¡pues no lo hagas!
Destruyan sus expectativas
Mortal Kombat: Aniquilación es de los peores filmes basados en videojuegos que jamás se hayan hecho. Está tan ineptamente dirigida, iluminada, actuada y posproducida, que resulta casi imposible creer que haya sido producida y distribuida por grandes estudios de Hollywood. De hecho, existen filmes “originales” del canal SyFy o de la casa realizadora The Asylum que resultan ser más convincentes. Esta es una de las producciones que le dan tan mala fama a las películas basadas en videojuegos; si quieren ver una buena cinta basada en el mundo de Mortal Kombat, vean la primera adaptación, y si quieren reírse de una película ridícula, les recomiendo que mejor vean una de las “creaciones” del infame Uwe Boll.
https://www.youtube.com/watch?v=w-eX5HQjDUQ