Recuerdo haber visto la primera película de Tomb Raider en el cine hace más de 15 años. Conocía un poco sobre los juegos —no tenía un PlayStation (siempre fui más fanático del Nintendo 64) pero los había probado en la consola de mi primo— y ver una aventura parecida a las de Indiana Jones, pero protagonizada por una mujer, me intrigaba. Recuerdo, también, que la película me gustó bastante, tanto así que terminé comprándome una figura de acción de Lara Croft, muñeco (¿muñeca?) que conservo todavía en mi habitación.
Eventualmente cuando el filme salió en DVD, me lo compré y lo vi varias veces en casa. Consideren, por favor, que tenía aproximadamente unos once u doce años, por lo que mis gustos en películas no eran particularmente refinados o exigentes— todo lo que deseaba en aquella época era ver una cinta emocionante con mucha acción, basada en un videojuego que disfrutaba mucho. (El hecho de que fuese protagonizada por Jolie ayudaba también —después de todo, estaba justo entrando en la pubertad). Es el tipo de película perfecta para adolescentes, porque parece haber sido hecha por alguien de 13 ó 14 años —Tomb Raider es tonta, exagerada, llena de acción y efectos especiales, y escenas sensuales pero nada explícitas.
Sin embargo, la verdadera cuestión es: ¿qué tan bien ha envejecido la película? ¿Es uno de esos filmes que uno disfruta mucho durante su adolescencia o niñez, pero que al reevaluarla años después, se da cuenta que es pésima? ¿O se trata, verdaderamente, de una buena película?
De la pantalla chica a la grande
Pues yo diría que es un intermedio —decir que Tomb Raider es una buena película sería una exageración, pero definitivamente se trata de una de las mejores adaptaciones de un videojuego a la pantalla grande: decentemente actuada, visualmente espectacular, y muy fiel a su fuente de inspiración. Como mencioné líneas arriba, es tonta, casi incoherente, de hecho, pero pocos van a ver una cinta como esta por su diálogo o historia. Siendo justos, lo que hace Tomb Raider es cumplir con lo prometido, ni más, ni menos.
La trama es sencilla. Angelina Jolie interpreta a Croft, una intrépida aventurera (y sí, también una saqueadora de tumbas) británica que no le tiene miedo al peligro. Resulta que los planetas se están alineando, y una sociedad secreta llamada los Illuminati, liderada por Manfred Powell (Iain Glen, de Game of Thrones) está aprovechando esta coyuntura para hacerse de un talismán especial que les permitirá controlar el tiempo. Sin embargo, para ello necesitan una llave especial, la cual le fue dejada a Croft por su padre (Jon Voight, el padre de Jolie en la vida real), un investigador famoso. Como deben imaginarse, Lara tiene ahora que impedir que los Illuminati encuentren el talismán y puedan controlar el tiempo, y el mundo.
Los videojuegos de Tomb Raider, especialmente los primeros para la PlayStation de Sony, eran conocidos por su gameplay exploratorio, y por la resolución de puzzles complicados y batallas intensas. Evidentemente una película no puede replicar algo así a la perfección, pero Lara Croft: Tomb Raider hace su mejor esfuerzo. Escenas como la del templo en Cambodia, por ejemplo, combinan muy bien la resolución de problemas por parte de Lara, con secuencias de acción emocionante (aunque algo exageradas), lo cual sirve mucho para legitimar a la película como una verdadera adaptación del juego. Uno realmente siente que Lara es una aventurera adicta al saqueo de tumbas, algo así como una Indiana Jones mujer, pero mucho más sensual y atrevida.
Un reparto bien elegido
De hecho, si el filme funciona, es porque Angelina Jolie interpreta perfectamente a Lara, convirtiéndose en el personaje del que varios se enamoraron a mediados de los 90. No, esta no es la Lara Croft de los juegos más modernos, vulnerable y realista. Esta es la Lara de la época del primer PlayStation, con senos gigantes, shorts apretados, y dos pistolas siempre listas para ser usadas. Y aunque los senos falsos que usa Jolie para el rol fueron demasiado, la talentosa actriz da todo de sí para convertir al personaje en un verdadero ser humano. Sí, es capaz de sobrevivir cualquier tipo de situación peligrosa, y sí, es casi invencible en combates mano a mano (e incluso escenas de acción con trapecios, aunque no lo crean), pero también tiene una historia de fondo muy emotiva. La relación con su padre, vista mayormente en flashbacks, funciona, y le otorga una dimensión a la película que muy pocas adaptaciones de videojuegos se animarían a presentar.
Como todo buen blockbuster de aventuras y acción, Tomb Raider cuenta con un memorable villano. Iain Glen interpreta a Powell como el típico antagonista megalomaníaco de película de James Bond, pero lo interesante es que no se trata de un rival parejo de Croft en lo que se refiere a fuerza física. (Lara podría matarlo en cinco segundos, probablemente). Lo interesante de Powell es que logra vencer a Lara de cuando en cuando porque son muy similares en lo que se refiere a astucia y rapidez mental, por lo que uno siente, a lo largo de la película, que ambos personajes están participando en un juego de gato y ratón que parece nunca acabar. Glen es intimidante y muy carismático, especialmente durante su primera aparición.
En lo que se refiere a personajes secundarios, Noah Taylor es muy divertido como Bryce, el equivalente de Lara del Q de James Bond (es decir, su amigo tecnológico). Como Hillary el mayordomo, Chris Barrie es una caricatura de hombre amable inglés, y Daniel Craig aparece como un rival/interés amoroso breve de Lara, años antes de interpretar a James Bond. Resulta interesante que la americana Jolie actúe como un personaje británico (su acento es meramente pasable), y que el inglés Craig haga de un americano.
Acción sin tensión
A nivel técnico, la película es bastante espectacular para su época. Los efectos digitales son convincentes; desde una estatua gigante hasta los efectos medio bullet-time del clímax, dichas imágenes logran otorgarle algo de variedad visual a la cinta sin verse ridículas. Sin embargo, me gustó mucho el que el filme favoreciera locaciones reales (como la exótica Cambodia) y sets enormes y muy detallados por sobre técnicas más artificiales. Puede que Tomb Raider esté basada en un videojuego, pero eso no quiere decir que tenga que lucir como uno.
No obstante, si hay algo que le impide a la película convertirse en algo interesante y emocionante (aparte de la historia, la cual, si uno la piensa mucho, tiene poco sentido), son las secuencias de acción. No me tomen a mal, son muy divertidas y están filmadas con empeño (se nota que la mismísima Jolie realizó muchas de sus acrobacias), pero son tan exageradas y ridículas, que carecen de tensión y suspenso. Consideren, por ejemplo, el ataque a la mansión de Croft: verla pelear colgada del techo de su sala enorme es visualmente inventivo, de eso ni hay duda, pero todo se ve tan coreografeado y perfecto, y la situación se siente tan inverosímil, que uno jamás siente que el personaje esté en peligro. Lara es demasiado invencible durante estos momentos, por lo que uno jamás se preocupa por ella. Los secuaces de los Illuminati son más carne de cañón que rivales intimidantes.
Un buen esfuerzo
Lara Croft: Tomb Raider es un blockbuster de acción absurdo, el cual se aprovecha de la innegable sensualidad de su protagonista (no puedo ni calcular la cantidad de veces que vi la escena de la ducha en mi adolescencia…) para presentar una historia inicialmente prometedora, pero finalmente insatisfactoria. Sin embargo, la presencia en pantalla de Jolie es tan magnética, y la estética del filme es tan fiel a los juegos, que resulta casi imposible no dejarse llevar por el mismo. No calificaría a Lara Croft: Tomb Raider como un éxito rotundo, pero definitivamente se trata de una de las mejores adaptaciones de un juego a la pantalla grande, un filme al cual realmente le dedicaron esfuerzo y tiempo y dinero. Y eso es más de lo que se puede decir de la mayoría de estas producciones.