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Mortal Kombat, de Paul W.S. Anderson, es uno de los filmes que más recuerdo de mi infancia. Es la primera cinta basada en un videojuego que jamás vi, y la primera película de acción y artes marciales con la que me obsesioné. Recuerdo haberla visto primero en la televisión, para luego comprármela en VHS — posiblemente en una tienda Blockbuster — y verla una y otra vez. Me sé el diálogo de memoria, amo la banda sonora, y me emociono cada vez que veo alguna de las peleas mano a mano.

Ahora bien, considerando lo terribles que son la mayoría de cintas basadas en videojuegos — como pueden haberse dado cuenta al leer la mayoría de mis columnas —, no es una mala idea reanalizar este filme años después de haber estado obsesionado con él. ¿De verdad es una buena cinta, o simplemente me encariñé con ella por haberla visto repetidas veces, o porque jugaba el juego en sistemas como el Super Nintendo o el Sega Genesis? (Sí, jugaba Mortal Kombat II cuando tenía entre siete u ocho años, y no me volví un asesino serial. Para que vean).

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Pues la respuesta es sorprendentemente positiva. No, Mortal Kombat no es una obra maestra ni mucho menos, pero definitivamente es superior a películas de videojuegos posteriores, incluyendo varias de las que ha dirigido Paul W.S. Anderson últimamente. Es ridículamente cursi y exagerada y cariscaturezca, y al tener una calificación para mayores de 14 años no puede llegar a los mismos extremos que los juegos — no presenta ningún fatality, por ejemplo —, pero tiene un encanto propio. Es emocionante, divertida y por momentos hasta graciosa. Una obra de arte no es, pero se deja ver.

Nuestros protagonistas son el artista marcial Liu Kang (Robin Shou), el actor Johnny Cage (Linden Ashby) y la soldado Sonya Blade (Bridigette Wilson), quienes son reclutados por el dios del rayo Raiden (Christopher Lambert) para participar en el torneo de artes marciales Mortal Kombat. Los necesita para salvar al mundo de las garras del maléfico hechicero Shang Tsung (Cary-Hiroyuki Tagawa), pero cada uno tiene sus propias motivaciones. Liu quiere vengar la muerte de su hermano menor, quien fue asesinado por Tsung; Sonya está buscando a Kano (Trevor Goddard), un asesino que trabaja con Tsung y que mató a su compañero; y Cage quiere entrar al torneo para probarle al mundo que puede pelear de verdad.

Adicionalmente, tenemos personajes de los juegos como la Princesa Kitana (Talisa Soto), una habitante del Outworld que ayuda a nuestros héroes; guerreros como Scorpion (Chris Casamassa) o Sub-Zero (François Petit), y el monstruoso Goro (Tom Woodruff, Jr.), un mutante de cuatro brazos que trabaja para Shang Tsung, y que no ha sido derrotado por ningún hombre común y corriente en una pelea mano a mano.

Kombate Mortal

Evidentemente, al ser una película basada en un videojuego de peleas, lo más importante de Mortal Kombat son los combates, y en ese sentido no decepciona. Cada personaje tiene su momento para brillar; desde la pelea entre Johnny Cage y Goro, hasta la secuencia donde Sonya finalmente se venga de Kano, o el enfrentamiento final entre Liu Kang y Shang Tsung, cada una de estas escenas está expertamente coreografeada y escenificada. Pero lo más importante es que, al ser una cinta pre-Matrix, no se abusan de los cables o de los ataques fantásticos o exagerados. Se nota que cada movimiento, cada patada y cada puñete es realizado por un actor de verdad, ya sea uno de los principales (como Robin Shou), o un doble de acción (Christopher Lambert no es un artista marcial, precisamente).

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No, la cinta no llega a enseñarnos los movimientos más extremos como los Fatalities, pero curiosamente no se hacen extrañar. Definitivamente hubiese sido más fiel a su fuente de inspiración si es que hubiese incluido más sangre y tripas, pero a la vez se hubiese alejado un poco de la estética de película asiática de artes marciales, para convertirse en algo mucho más fantástico. Lo cual no quiere decir que la película sea 100% realista, claro está—Outworld muestra diseños oscuros y terroríficos, y personajes como Scorpion, Sub-Zero y el mismísimo Goro demuestran que el filme existe en una fantasía oscura y misteriosa. Pero lo interesante de Mortal Kombat es que se siente más como una película de artes marciales con elementos fantásticos, que una película de fantasía con elementos de artes marciales.

Desafortunadamente, no todos los efectos especiales han envejecido bien (aunque definitivamente se ven mejor que los de su secuela, la nefasta Mortal Kombat: Aniquilación). El trabajo de maquetas es adecuado, al igual que los efectos prácticos (Goro es una creación fascinante y grotesca, de los mejores animatrónicos que haya visto en un filme), pero los efectos digitales se ven terribles, especialmente en las tomas de establecimiento, o en una secuencia que involucra el destino de Reptile. Mortal Kombat no es una película fea, pero sufre en comparación a blockbusters más modernos.

Fiel a los juegos

Sin embargo, aprecio el hecho de que tanto a nivel de creación de personajes, como de vestuario y maquillaje, el filme sea tan fiel a su fuente de inspiración. Cada personaje luce exactamente como los de los videojuegos—desde el atuendo de Johnny Cage, hasta el sombrero de Raiden y los trajes de Sub-Zero y Scorpion, cada peleador es una recreación exacta de lo que pudimos ver en los juegos, y lo mejor es que no se ven ridículos. La película hace un excelente trabajo a la hora de plasmar estos diseños en un contexto verosímil, sin que sea vea absurda o barata. Esto incluye también las representaciones de los poderes — el rayo de hielo de Sub-Zero es, posiblemente, el mejor efecto digital que la cinta tiene para ofrecer.

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Los actores hacen también un buen trabajo. Robin Shou es intenso como Liu Kang; todo lo que tiene en mente es matar a Shang Tsung para vengar a su hermano, lo cual resulta en una caracterización llena de determinación y algo de terquedad. No se trata del personaje más desarrollado que uno pueda ver en una película, pero funciona. Además, ayuda el que Shou haya realizado todas sus secuencias de acción sin utilizar dobles — de hecho, incluso ayudó a coreografear algunas de las peleas. Linden Ashby es divertido como Johnny Cage; tiene algunas de las mejores líneas de diálogo (“me muero por ver como lucen los baños”, “esos eran lentes de 1000 dólares, maldito”) y jamás llega a irritar. Y Bridgette Wilson es efectiva como Sonya; me gusta el arco del personaje, es básico, pero creíble.

Christopher Lambert es muy entretenido como Raiden. Es raro ver a un actor europeo interpretar a una deidad que, asumimos, tiene orígenes asiáticos (al menos su indumentaria da esa impresión), pero claramente se está divirtiendo con el personaje. Es un dios serio y sabio, pero también sarcástico y burlón, lo cual resulta en momentos hilarantes. El gran Cary-Hiroyuki Tagawa interpreta a Shang Tsung perfectamente (es uno de los villanos más intimidantes que jamás haya visto en un blockbuster), y Talisa Soto, interpretando a la Princesa Kitana, tiene un rol pequeño pero importante.

A pelear y bailar

Mención aparte para la banda sonora de George S. Clinton. Pocos esperarían encontrar tanta música techno en un filme de artes marciales, pero eso es precisamente lo que Clinton nos ofrece, y funciona. Mezclando sonidos electrónicos con instrumentos asiáticos, la música de Mortal Kombat es enérgica y complementa la acción a la perfección. Y el tema principal del filme, tocado por los Immortals, se ha convertido en parte de la cultura popular de los 90s. Es casi imposible pensar en Mortal Kombat sin considerar la canción. “¡MORTAL KOMBAAAAAAT!”

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De las mejorcitas

Mortal Kombat es la perfecta película “palomera”: divertida, visualmente atractiva, llena de líneas de diálogo divertidas, actuaciones efectivas y peleas bien coreografeadas. Es relativamente sencilla, ya que no depende de grandes escenas de destrucción masiva, ejércitos interminables o explosiones para contar su historia; todo lo que hace es entretener a su público con memorables escenas de artes marciales, algunos elementos fantásticos, tensión y humor.

QUOTE Mortal Kombat

Sí, es cursi por momentos (consideren la interminable patada voladora de Liu Kang) y algunos efectos especiales no funcionan hoy en día, pero considerando lo bajo que es el estándar de calidad de las películas basadas en videojuegos, es de lo mejorcito que tenemos. La secuela, más bien, es otra historia….