A estas alturas del partido, por más que contemos con varias películas animadas, la franquicia de Pokémon todavía tiene mucho qué demostrar. Esto se debe, principalmente, a lo inconsistentes que han sido la mayoría de estos largometrajes, siendo muchos de ellos bastante parecidos entre sí, ofreciendo muy poca innovación, y más bien contentándose con contar las mismas historias de la misma manera. Sí, hemos tenido algunos cambios de diseño, así como criaturas nuevas, y un par de secuelas que, milagrosamente, decidieron arriesgarse y hacer algo distinto, pero fuera de eso, si hay algo que esta saga ha sido, es repetitiva. ¡Y eso que lo menciona alguien que disfruta inmensamente de los juegos, y que ha sido la franquicia desde que se popularizó en occidente a finales del milenio pasado!
En todo caso, resulta interesante los paralelismos entre la situación de la saga de Pokémon hace unos años, con la trama de esta película, “Pokémon: Diancie y la Crisálida de la Destrucción”. Después de todo, en ambos casos, nos encontramos en medio de una crisis, en la que uno se tiene que cuestionar la manera en que se hacen las cosas, considerando que quedarse en el tiempo no es necesariamente la mejor idea, y que lo mejor es hacer algo nuevo para evitar que las cosas simplemente… terminen. No estoy seguro si esta lectura meta de la película complementan las intenciones de los directores y guionistas de “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción”; sin embargo, creo que es muy evidente como para ser ignorada. ¡Ya era hora de que los creadores de estas cintas estén conscientes de la recepción que las mismas tienen, tanto con fanáticos, como con críticos!
El futuro del Dominio Diamante está en peligro. La tribu de los Carbinks siempre ha dependido de una gema gigante para poder sobrevivir, pero ahora que la misma está comenzando a envejecer y decaer, la caverna subterránea donde viven parece estar en peligro de hundirse. Por ende, Diancie, la princesa de este reino, debe tratar de salvar a su gente…. Y para ello, como se deben imaginar, tiene que encontrar a un Pokémon legendario: Xerneas. Como deben imaginarse, Ash, y sus amigos, Serena, Clemont y Bonnie, se verán involucrados en esta aventura, tratando de ayudar a la realeza.
Diancie es la MVP
Lo más interesante de “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” está, precisamente, en el personaje de Diancie. Usualmente, no tenemos personajes principales aparte de Ash que reciban tanta atención por parte del guión, pero en este caso, se trata de algo que le permite al filme sentirse como una experiencia distinta. Además, su objetivo es sorprendentemente humano (sí, yo sé que es un Pokémon…); como toda buena princesa, (idealmente) todo lo que quiere es lo mejor para su pueblo, y en este caso, simplemente que sobrevivan. No hay tanta leyenda, tanto elegido, tanto festival, y en general, tanto cliché que usualmente vemos en estas películas. Diancie se siente menos caricaturesca que el personaje secundario promedio de estas películas… ¡especialmente para ser un Pokémon, y no una persona!
Además, me gustó también el que la película cuente con varios antagonistas. Sí, como (casi) siempre, está el Equipo Rocket, pero también están Marilyn Flame, Ninja Riot, Millis Steel y su padre Argus, y todos quieren atrapar a Diancie, porque obviamente. Esto le otorga más urgencia a la trama, y le permite al espectador preocuparse por la princesa Pokémon, y también apoyar a Ash y sus amigos para que traten de protegerla. No es nada particularmente revolucionario, especialmente en lo que se refiere a técnicas o recursos narrativos, pero para el mundo de estas películas, es bastante refrescante.
Fuera de eso, “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” es suficientemente entretenida, para que los más pequeños de la casa, o hasta los fanáticos de la franquicia no se aburran. Hay bastante humor, batallas Pokémon breves pero intensas, y en general, bastante acción. Sentí que el ritmo está mejor manejado en esta película que en varias de sus predecesoras; no abusan de los textos expositivos (felizmente), y más bien los personajes suelen ir directo al grano, en vez de estar diciendo o gritando lo que ya todos saben, o al menos están pensando. No se trata de un filme particularmente complejo, pero tampoco sentí que estaba subestimando la inteligencia de su público… al menos no demasiado.
¡Es competente!
A nivel visual, “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” es meramente cumplidor. La película luce… bien, con una calidad de imagen clara, y el diseño de los personajes es todo lo que uno esperaría de una entrega más de la saga. Para variar, la mezcla de animación tradicional en 2D con elementos más modernos en 3D es algo chocante, pero no me fastidió tanto como en filmes previos, y los fondos, aunque algo estáticos, le otorgan bastante variedad visual a la película. Lo bueno de “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” es que no se siente barata, pero tampoco es que vaya a ser nominada al Óscar por Mejor Película Animada, ni mucho menos.
“Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” es una de las secuelas más competentes y entretenidas de la saga. No, si no era fanático de estas criaturas ni de sus acompañantes humanos, no la vas a pasar tan bien, pero como (creo) ya he mencionado antes, si no tienes, aunque sea, algo de familiaridad con los Pokémon… no deberías estar viendo esta película. Para quienes le sean fiel a las criaturas de bolsillo, “Pokémon: Dianicie y la Crisálida de la Destrucción” está bastante bien: la animación es fluida y agradable a los ojos, los personajes son carismáticos, las batallas son intensas, y más importante, el guión trata de hacer algunas cosas nuevas con sus protagonistas, y hasta con sus personajes secundarios y Pokémon. A estas alturas del partido, es lo mejor que podía esperar de la cinta.