Hacia bastante tiempo que quería volver a jugar ‘Max Payne 3‘, desarrollado por Rockstar Games y lanzado en el año 2012, marcando el cierre de la historia del exdetective de Nueva York, quien ahora se había convertido en guardaespaldas de una familia poderosa de Brasil, y los años no habían pasado en vano.
La tercera entrega marcó un distanciamiento claro de lo que Remedy, creadores originales de la IP, habían presentado en los títulos anteriores. Y aunque Rockstar hizo lo suyo en hacerlo más cinematográfico, en el camino se perdieron algunos elementos que caracterizaban muy bien al personaje.
Tras haber pasado por completo ‘Max Payne 3’, llegué a la conclusión de que el juego se lanzó con todas las ganas de convertirse en un excelente exponente de cómo los desarrolladores de la saga Grand Theft Atuto todavía tenían todos los papeles para involucrarse en propiedades más allá de su millonaria IP.
Sin embargo, aunque quisiera evitar poner en un altar los dos juegos de Max Payne, es inevitable no extrañar varios momentos que Remedy logró trabajarlo de una manera magistral, tomando en cuenta que la primera entrega no se hizo con un alto presupuesto, y no sería hasta el segundo título donde se invertiría en contratar actores reales para aparecer en las viñetas que iban contándote la historia.
Es precisamente ese elemento narrativo lo que definía mucho de la narrativa de Max Payne, evocando mucho a las historias noir y el uso de secuencias estilo cómic para crear los mejores momentos como cuando pierde a su esposa, o cayendo ante los estragos de la droga ‘V‘.
Max Payne 3 va por un estilo similar a las entregas modernas de GTA, y que veríamos años después en el quinto juego, limitando únicamente el uso de viñetas como pantallas de carga antes de iniciar un nivel o cuando debes reiniciar un punto de control. Entiendo lo que quiso hacer Rockstar en hacer más dinámico la forma en cómo querían contar la historia de Max intentando detener la corrupción de Brasil.
La historia de Max Payne 3 tampoco es que sea la mejor de todas, por ratos sentía que se hacían largo varios momentos, o que buscaban sorprendernos con algún ‘plot-twist’ pero sin darle mayor resolución. Eso es algo que no tuvo los anteriores títulos, ya que iban directo a lo suyo, en especial el primer juego donde sabíamos que Max buscaba venganza contra aquellos que asesinaron a su familia, mientras que ‘The Fall of Max Payne’ tenía los momentos clave donde sabían como meter los conflictos emocionales entre el detective y la asesina Mona Sax.
En un videojuego siempre encuentras un momento que te dejará marcado o será el momento que cuando alguien te pregunte por tu momento favorito digas: «Ah, claro, esa parte fue lo máximo«. Con Max Payne 3 me pasa que sí, hay situaciones donde no puedes creer lo exageradamente preciso y talentoso que es el expolicía al momento de bajarse, por ejemplo, un helicóptero mientras se desliza por un techo, llevando el famoso ‘bullet time’ (tiempo bala) a un terreno mucho más fantasioso. Aunque son momentos divertidos, toda la gloria se lleva cuando vuelves al pasado, y te explican qué hacía Max antes de decidir irse a Brasil, siendo un pequeño -pero bonito- tributo a las épocas oscuras del personaje.
Hasta acá pareciera que quiero chancar duramente a Max Payne 3 pero no, hay varias cosas que puedo rescatar del juego. Tenemos, hasta el momento, el mejor exponente de cómo se debe aplicar un ‘bullet time’ dándonos esos momentos donde vemos todo a cámara lenta y decidimos qué hacer para esquivar balas, o derribar rápidamente a los enemigos. Las físicas de los personajes, incluyendo al propio protagonista, son una maravilla, porque ves cómo en todo momento Max va reaccionando a su entorno, o si lo pones a realizar más de una acción mientras dispara como tomar analgésicos o escuchar su dolor cuando choca contra algo al momento de lanzarse a los costados.
Además está la actuación de James McCaffrey, que pienso que esta es su mejor interpretación del personaje. Se le escucha harto, cansado y más cínico. Dejando en claro que los años le están pasando factura después de todo lo que ha vivido. Las armas, otra maravilla, tanto en lo sonoro como lo visual. Cada una se siente increíble usarlas por su fuerza al disparar, excepto cuando tienen esas miras láser que son desesperantes.
Max Payne 3 es más grotesco y en la mayoría de los casos es crudo al momento de mostrarnos la muerte de personajes, como cuando queda un último enemigo y pudes rematarlo de varios disparos, mientras la cámara enfoca el cuerpo siendo destrozado.
Con el regreso de Max Payne en los próximos años ya que Remedy está trabajando en nuevas versiones de los primeros juegos, me da muchísima curiosidad como enfocarán las cosas. ¿Volverá el uso de las viñetas como elemento narrativo? ¿Irán por el camino que dejó Rockstar? Lo bueno de todo es que estará de regreso el que fuera uno de los detectives más queridos.