Anoche, Overwatch se convirtió en el gran ganador de los Game Awards 2016, llevándose cuatro de las seis categorías en las que compitió. Así, el primer shooter de Blizzard conquistó los premios de Mejor eSport, Mejor Multiplayer, Mejor Estudio y el más importante de la noche: Juego del Año.
Este tremendo logro ha despertado las pasiones de millones de personas en la internet, donde la mitad se queja y la otra celebra. En este artículo no pretendo deslegitimar la opinión de las personas que claman que Overwatch no merecía ganar (es más, a mi no me termina de convencer la decisión frente a títulos como Uncharted 4 o Battlefield 1). Mi objetivo es exponer las razones por las que creo que Overwatch tiene todo lo necesario para merecer los premios que conquistaron.
Una crítica común es que Overwatch no tiene campaña y por ende, no tiene historia. Nada más alejado de la realidad. La experiencia de Overwatch es algo que va mucho mas allá de lo que tradicionalmente concebimos como un videojuego. Blizzard buscó expandir la experiencia haciendo que trascienda la PC o consola, y convirtiéndolo en un producto transmedia que puede disfrutarse de manera plena con una cantidad enorme de contenido disponible en línea (y gratis), que complementa al 100% al juego propiamente dicho.
Este gigantesco pool de contenidos (comics, cortos animados, competencias, etc) son simplemente una nueva forma de jugar videojuegos, muy acorde al mundo multimedia que vivimos hoy. Es muy ingenuo pensar que una persona que juega OW no hace otra cosa más, ni que no consume otro tipo de medios para su entretenimiento, y el enfoque responde precisamente a eso. Olvidémonos de ese mundo donde los videojuegos son solo lo que consumimos en la plataforma de juego, eso ya quedó atrás. Poco a poco (y en eso Overwatch no ha sido el pionero) más videojuegos serán experiencias integrales, sociales y globales, y eso es sencillamente genial.
En cuanto a apartados técnicos, Overwatch es un juego sorprendente. Es inclusivo al permitirte jugar hasta en PCs de bajo presupuesto y aún así verse bien; y sus versiones de consola son excepcionales. Si bien es cierto que hay temas que deben mejorar mucho (como algunas mecánicas en el modo competitivo y el modo espectador, pensando en los eSports), el juego en general es muy sólido y por eso ha tenido el éxito que hemos visto.
En el mundo, Overwatch ha conquistado mercados de una manera vertiginosa. En Korea ya es más jugado que League of Legends, lo cual es un hito que nadie pensó que se podría lograr.
Además, el diseño del juego, los mapas, las habilidades de los personajes, el bien logrado balance (que va mejorando con el tiempo) otorgan al titulo una capacidad tremenda para enganchar al jugador. También es notable el énfasis en el trabajo en equipo y lo mucho que lo jugadores deben colaborar entre si para conseguir el objetivo, lo cual termina siendo tremendamente gratificante.
No puedo dejar de mencionar esa tremenda madera de Esport que tiene Overwatch. Las partidas son rápidas, dinámicas y muy emocionantes. El dominio que un equipo pueda ejercer puede cambiar de un momento a otro y una partida se puede definir en literalmente en los últimos 10 segundos. Ver una partida de Overwatch es actualmente una de las mejores experiencias para mirar Esports.
Para mi, un juego del año no debe ser juzgado únicamente por la historia in game, los gráficos y las mecánicas (y en esto último, también es excepcional). Elegir un juego del año también debe tener en cuenta el impacto y la experiencia que ofrece a millones de personas alrededor del mundo. Y por todos estos motivos, el premio es completamente merecido.
Ahora, a todo eso, súmenle que el juego es divertidísimo. Felicitaciones Blizzard, lo hicieron de nuevo.
Esperen la contraparte a este artículo, cuando mi amigo el Pelao Gamer te diga por qué Overwatch NO MERECIÓ el premio.