Soy fan de WWE desde cuando se llamaba WWF. Tengo hermosos recuerdos en mi infancia más temprana de ver luchar en la TV a Macho Man Randy Savage y a mi héroe de infancia The Ultimate Warrior (paquetazo, lo reconozco). Deben ser mas de 29 años viendo «la mejor lucha libre del mundo», como la llamaba ese maravilloso tándem irrepetible de Hugo Savinovich y Carlos Cabrera. Durante casi tres décadas, la WWE fue una presencia constante. Con altibajos, las luchas, los storylines y los luchadores fueron definitivamente parte importante de mi vida. Y cuando digo «los luchadores» me refiero en gran parte al Undertaker.
El Undertaker, con mas de 25 años en la empresa, se caracterizó por ser un luchador de polendas. Si no conoces mucho de lucha libre, te explico algunas cosas. Como saben todos, la lucha libre es «guionizada» (el termino correcto es el inglés «booked», sumado al argot «marcada»). Los mejores luchadores son aquellos que con sus habilidades físicas, histriónicas y química con el rival, construyen una narrativa cautivadora, envolvente y potente sobre el ring. El Undertaker es un luchador que siempre ha intentado que sus oponentes luzcan en sus luchas (incluyendo a John Cena), respetado y reverenciado en los camerinos por su actitud ecuánime, humilde y generosa. Además es un luchador de la vieja escuela y por eso era obvio que su retiro sería perdiendo, porque significa entregar la posta a una nueva generación. Es amor a la lucha. Recordemos que a Stone Cold lo retiró The Rock, a Ric Flair, Shawn Michaels, a Michaels el mismísimo Undertaker.
La noche de ayer fue una falta de respeto a esa trayectoria. La terquedad de la empresa por impulsar la carrera de un luchador sin técnica ni carisma le ha dado el peor adiós posible a una leyenda. El Undertaker perdió ante un lamentable Roman Reigns en una lucha absolutamente para el olvido. Ni los grandes esfuerzos del Taker pudieron hacer que Reigns luzca bien. Por momentos, este último no podía ni completar movidas básicas.
Y es que el problema no es que perdiese el Taker, el problema es que el simbolismo de su retiro es lamentable, porque la antorcha se le pasa a alguien como Reigns en un combate deslucido. Obviamente, el contrincante tuvo la aprobación del Taker, pero la noche del 3 de abril pudimos ver los resultados.
Y no es que no haya sucedido en el pasado (el darle impulso y protagonismo a luchadores sin repertorio, limitados, imponiéndo los músculos sobre el talento). La diferencia es que Hulk Hogan era muy carismático, incluso John Cena lo es. Pero Reigns es apático, no genera emociones, no lo merece.
Y lo que tampoco merece Reigns es que le destruyan la carrera de esa manera. Reigns es también una víctima. Estoy convencido de que con un buen bookeo, podría llegar a ser un personaje decente. Sin embargo lo que ha sucedido en Wrestlemania 33 será algo que la fanaticada jamás le perdonará.
Y yo tampoco.
Acabo de cancelar mi suscripción a WWE Network y no pienso asistir a eventos, comprar merch, ni consumir contenido de WWE. Se que no hará mayor diferencia en el inmenso negocio de Vince McMahon, pero al menos sentiré que estoy cumpliendo con mi propia conciencia como fan de la lucha libre.
Lo lamento mucho porque luchadores como AJ Styles, Nakamura, Asuka, Roode y muchos más valen mucho la pena. Divisiones como NXT se han convertido en lo mejor de la empresa. Pero no voy a seguir avalando esto.
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Y muchas promociones más del circuito independiente, donde les aseguro que terminarán mas contentos y sorprendidos que en WWE.