Estudio de Oxford considera que los problemas de las personas que juegan demasiado van mucho más alla que esa obsesión
El año pasado, se dio una decisión controversial para muchos. La World Health Organization reconoció algo llamado el «Gaming Disorder». Sus síntomas eran darle prioridad a juegos sobre otros intereses, y continuar jugando a pesar de consecuencias negativas. Si bien se puede argumentar que los videojuegos pueden llevar a una obsesión o adicción, esto ha sido cuestionado recientemente. En términos específicos, un estudio publicado por investigadores de Oxford sugiere que esta obsesión tiene otras explicaciones.
Básicamente, la conclusión más importante fue que:
Nuestros descubrimientos no encuentran evidencia sugiriendo una relación dañina entre cuentas de gaming con problemas profundos emocionales o de comportamiento. En vez de eso, las variaciones de experiencias de gaming tiene mucha mayor chance de estar vinculados a si las necesidades psicológicas de competencia, autonomía y pertenecimiento social han sido cumplidas…En vínculo con nuestros descubrimientos, no creemos que existe suficiente evidencia para que valga pensar en los videojuegos como un desorden clínico en si mismos.
Para conseguir estas conclusiones, el Dr. Przybylski y el Dr. Weinstein midieron el impacto de no poder jugar según el funcionamiento psicosocial de las personas. Los resultados fueron que si causaba frustración, pero a un nivel básicamente insignificante en comparación al rol de otras necesidades psicológicas (competencia/autonomía/relaciones). Significa que el reconocimiento de la WHO tiene varios cuestionamientos y puede verse como una simplificación de un problema mucho más complicado.
Acá puedes revisar el estudio.