Están comenzando a notar una tendencia, ¿no? Por alguna razón u otra, Uwe Boll consideró que era buena idea sacar secuelas de sus más terribles películas basadas en videojuegos, esta vez directo al mercado del DVD y Blu-ray. Sí, esto quiere decir que incluso sus filmes más odiados, como House of the Dead o Alone in the Dark, obtuvieron segundas partes, y que hasta sus fracasos de taquilla más grandes, como In the Name of the King, también recibirían continuaciones.
Sí, continuaciones, en plural. Pero hoy me toca escribir sobre solo una de ellas. In the Name of the King 2: Two Worlds es la innecesaria secuela de una película que, a pesar de las más decentitas que tiene Boll en su filmografía, definitivamente no merecía continuar como una saga. De hecho, la nueva película tiene poco o nada que ver con su predecesora, por lo que me imagino Boll decidió mantener el nombre de la primera cinta para… ¿atraer a los fanáticos incautos de los juegos? ¿O de repente a aquellos que tuvieron la oportunidad de ver el filme anterior? Quién sabe.
En todo caso, hay muy poco qué disfrutar en In the Name of the King 2: Two Worlds. Esta vez no tenemos a un Ray Liotta exagerado y demente, ni a un Matthew Lillard fuera de lugar. Y aunque, al igual que la primera entrega de la franquicia, el protagonista es un actor más conocido por sus roles de acción —el gran Jason Statham en la anterior, Dolph Lundgren en esta—, esta vez el guion trata de explicar exactamente por qué tenemos a un protagonista que claramente no pertenece al mundo de fantasía que presenta. Esto podría considerarse como algo positivo, pero a mi parecer, le quita algo de lo cursi y absurdamente entretenido que tenía la primera producción.
Sorprendentemente, In the Name of the King 2: Two Worlds comienza con promesa; en la primera escena, vemos a una chica en vestuario medieval corriendo por un bosque, escapándose de unas figuras oscuras y misteriosas. Todo se va al demonio, sin embargo, cuando abre un portal y viaja en el tiempo para buscar al buen Dolph en el Vancouver del presente. Resulta que el musculoso actor, quien interpreta a un exsoldado, por supuesto, debe regresar al mundo mágico de Ehb para salvarlo. Porque hay una profecía. Obviamente.
Una vez de vuelta, la chica muere —no se preocupen, será reemplazada por Natassia Malthe (¡sí, la mismísima BloodRayne!), quien interpreta a una bruja llamada… Manhatten… OK…— y Dolph— digo, Granger (sí, como Hermione) debe encontrar ayuda para poder cumplir su destino. Para ello, se verá involucrado en diversas batallas pésimamente coreografiadas, y en diversos cambios de lealtad entre personajes, lo cual convierte a la película en un asunto más enredado que cualquier secuela de Piratas del Caribe.
A pesar de que la primera In the Name of the King 2 no mantenía el mismo nivel de calidad visual y técnica que una producción Hollywoodense promedio, al menos no se veía demasiado barata. No puedo decir lo mismo de la secuela. Se nota a leguas que Boll tuvo la mitad del presupuesto con qué trabajar, razón por la cual debió ser un poquiiiito menos ambicioso a la hora de desarrollar su guión. Los sets, por ejemplo, parecen sacados de una producción teatral escolar, y los efectos visuales son paupérrimos. Esto último no sería algo muy malo si es que el filme no tratara de ser épico y importante; consideren, si no, el dragón con el que Granger eventualmente se encuentra. Parece sacado de un cutscene de un juego para el primer PlayStation.
Fuera de sus limitaciones presupuestales, la película simplemente no logra convencer en ningún momento. El diálogo es absurdo e infantil, la trama es desesperantemente simplona, y los giros narrativos son, o demasiado enredados —lo cual termina por desesperar a cualquier espectador que esté tratando de seguir la trama—, o demasiado previsibles. Quién se hubiera imaginado, por ejemplo, que el Rey ridículamente siniestro (interpretado por Lochlyn Munro) terminaría siendo el villano de la historia. Pues todos. La respuesta es TODOS.
Dolph Lundgren hace lo que puede con un papel plano y aburrido, pero incluso los elementos tipo “pez fuera del agua” no logran hacer de Granger un protagonista con el que sea fácil identificarse. Natassia Malthe, a estas alturas una actriz fetiche de Boll, es un cliché andante (la bruja sexy y misteriosa), y Munro interpreta al Rey/Raven como un villano de caricatura. Un poco más de sutileza hubiese ayudado a hacer de su eventual traición una verdadera sorpresa.
In the Name of the King 2: Two Worlds es una película fantástica lamentable, una secuela incluso más barata, peor actuada, visualmente pobre y aburrida que su predecesora. Ni siquiera los fanáticos del legendario Dolph Lundgren (o de la bella Natassia Malthe… ¿?) se divertirán con esta película. Muchas de las cintas en la filmografía de Boll terminan convirtiéndose en clásicos de culto porque son placeres culposos; “tan malas que son buenas”. Desgraciadamente, ese no es el caso de In the Name of the King 2: Two Worlds.