La inteligencia artificial de Trico y las emocionantes aventuras con el hacen que The Last Guardian sea una experencia fantástica
Lo que Team Ico logró hacer en el PlayStation 2 quizás no vendió millones, pero si fue revolucionario en varios sentidos. Desde que terminaron con Shadow of the Colossus, estos desarrolladores estuvieron trabajando en su siguiente idea: un curioso juego llamado The Last Guardian. Tras una década en desarrollo, este se lanzó en el 2016 y su nombre rápidamente desapareció de las conversaciones. Sin embargo, este título tiene mucho valor por la aventura que este representa.
En The Last Guardian, el jugador controla a un niño que está atrapado en unas ruínas. Para poder escapar y avanzar, deberá colaborar con un ave gigante llamada Trico. El jugador podrá darle comandos para que haga diferentes acciones. Y es en estas acciones que se encuentra lo primero que destaca de TLG: la inteligencia de Trico. La forma en la que el ave/perro reacciona a los comandos y las acciones que este toma lo hacen sentir vivo. Quizás sea la inteligencia artificial más interesante y fascinante de toda la generación. Al moverse, se siente como un perro de verdad.
Es esta extraña mezcla entre lo fascinante y lo realista que hacen de The Last Guardian una experiencia única. Mientras se resuelven puzzles y acertijos, el niño desarrolla su vínculo con esta ave. Juntos se encuentran con enemigos, son atacados y ven sorpresas inesperadas. Es a través de estos eventos que el jugador logra desarollar un vínculo con Trico, especialmente en momentos en los que este aparece para salvar al niño de su muerte. La tensión y la amistad escalan hasta llegar a su final, un climax dramático e intenso.
Por esta bella relación y por las aventuras que se viven con Trico, The Last Guardian es uno de los mejores juegos de la década.