¿Un mundo donde la belleza y la rareza tienen una danza de amor? La primera vez que escuche la historia y trama de La forma del agua (título original: The Shape of Water), pensé que Guillermo Del Toro había llamado al hermano de Abe Sapien, amigo de Hellboy, para participar en la película (ambos interpretados por Doug Jones). Tenía la idea que una historia romántica, en la que dos almas (de distintas especies) se encuentran y terminan siendo una, no podría funcionar en nuestra época actual. Fui escéptico a ver una película romántica con pinceladas de fantasía y amor entre una humana muda, Elisa, y un monstruo acuático. ¿Una mujer y un hombre pez? Por más que había sido alabada por la crítica, y mencionada como una de las mejores películas de Del Toro, pensé que no iba a ser tan buena. No podía estar más equivocado.
Al salir del cine, tuve una sensación extraña que no sentía hace mucho tiempo. “¡Qué gran película!”, pensaba al volver a casa. Qué satisfacción de haber visto una pieza cinematográfica de tal magnitud, que no puedo dejar de ponerla como una de las películas en la lista que siempre comparto de “Ver antes de morir”. La forma del agua nos narra la temática del amor. Un amor que trasciende fronteras… y especies. Pero cuenta esta historia de tal forma que se siente muy natural. Si bien el argumento en sí es fantasioso, hay ciertos puntos que iré exponiendo más adelante que ayudan a formar esa sensación de naturalidad.
Una gran película, compuesta por grandes actores
Uno de los puntos más fuertes en hacer tan mágica la experiencia de ver La forma del agua, es el casting de actores. Sally Hawkins simplemente enamora con un gran performance actoral. Con justa razón, una nominada a los premios Oscar por “Mejor Actriz”. Aporta mucha naturalidad y una belleza disimulada, pero engancha. Mantiene la expectativa de querer conocer más de aquel bello personaje, y un poco misterioso a la vez. Una mujer que puede estar entre nosotros y no una mujer de belleza, casi divina, que nos suele proponer las películas de Hollywood. Además, tiene la difícil tarea de expresar sus sentimientos sin hablar, por condiciones de su personaje. Y aun así logra exitosamente mostrar una gran actuación, ya que gracias a esa naturalidad su personaje convence y atrapa.
Otros actores que se suman al casting con un gran aporte son Octavia Spencer y Richard Jenkins, quienes dan un toque cómico en ciertas ocasiones y que ayudan al desarrollo natural de La forma del agua. Aportan frescura. Y es que las ocurrencias de los personajes, si bien hablan de la sociedad en la que viven, nos genera empatía. Sin embargo, un punto que tal vez ya sea de carácter especial es ver al actor Michael Shannon interpretar el papel de antagonista, por enésima vez. No me malinterpreten, Shannon es un gran actor y con mucho potencial, y ciertamente hace un muy buen papel en La forma del agua, pero al verlo de nuevo en un rol antagónico me deja pensando en que tal vez pudo haberse dado una mejor elección.
El diseño de producción y fotografía
Un aspecto a resaltar en el mundo de Guillermo Del Toro es el diseño de producción, o dirección de arte. Nos sitúa en la época de los 60’s en USA. Un mundo tan bello como sus personajes solo podía ser expresado mediante un gran trabajo de producción artística. Un mundo lleno de naturalidad estética que resalta. La dirección de arte es excelente en La forma del agua. Aparte de mostrarnos un poco la vida social en esa época, se encarga de embellecer y darle una sensación menos artificial a la trama. Esta no hubiese sido igual, en ningún sentido, de haberse dado en la época actual.
Del Toro, con su equipo encargado de la fotografía, nos lleva a una realidad que difícilmente la podemos apreciar a diario. Los distintos tipos de iluminación en la película, así como la composición de sus planos, generan una armonía visual. Esto va de la mano con el tipo de movimiento de cámara propuesto en la película que nos hace pensar en los pequeños bailes agraciados de Elisa.
No puedo exponerles tanto como quisiera en estos apartados técnicos ya que necesitan verlo para sentirlo. Una imagen vale más que mil palabras.
Un argumento de fantasía, pero totalmente creíble
Lo que más me llamo la atención de la película es el argumento. Como les comente anteriormente, La forma del agua nos cuenta una historia de amor. Hasta ahí, todo bien. Cuando es sobre una mujer muda y hombre anfibio, la situación se pone rara (como en ciertas partes de la película). Pero lo interesante de esto es que el mensaje que nos brinda, y la situación en la que la película se desarrolla, nos levantan el telón de la fantasía para dejarnos con el tema central: el amor. Todos hemos sentido amor alguna vez, ya sea a nuestros padres, parejas, mascotas o juegos de video. ¿Por qué no al señor pez? Es una película en la que los prejuicios no tienen ningún punto de validez. Va al más sincero sentimiento que podemos tener como seres humanos. Y no por ser una película de fantasía hace que se desmerezca el tema central.
Hay quienes no les gustan las películas de fantasía, pero apuesto a que no pueden quedarse inmunes al sentimiento que se transmite a lo largo de 2 horas en La forma del agua. Y sí, el amor es un tema que ha sido tocado por infinidad de películas. Un amor que sido llevado, transformado, correspondido o no, e imposible. Pero no una película en que de una manera tan natural y fantástica rompa nuestra normalidad. Solo puedo terminar estas palabras agradeciendo a Guillermo del Toro. Por tan increíble película y por ser tan peculiar en su modo de decirnos “despierta”. Sin duda, es una película que estoy ansioso por volver a ver.