The Legend of Zelda: Breath of the Wild es un mundo abierto lleno de fantasia y grandes aventuras por encontrar
Cada década tiene su juego de The Legend of Zelda que deja su huella en el resto de la industria. Los noventas tuvieron a TLoZ: Ocarina of Time, hasta ahora considerado uno de los mejores juegos de toda la historia. En los 2000, tuvimos a Wind Waker, una joya que tuvo puntajes excelentes y es adorado por fans de Zelda. Y la década actual pudo cerrarse con The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Que introdujo un mundo abierto y lleno de posibilidades de una forma no vista en treinta años. Y ha sido revolucionario.
Lo que hace a The Legend of Zelda: Breath of the Wild inolvidable es la excelencia de su mundo abierto. En entregas como Skyrim he podido explicar la magia de un buen mundo abierto, pero Breath of the Wild está en otro nivel. Es posible que BotW tenga el open world más fascinante y mágico de todos los videojuegos. Cada espacio del mapa es memorable y lleno de sus propias aventuras. Como explorar un desierto, estar atrapado en una isla, visitar uno de los 140 shrines, trepar montañas o conseguir un caballo.
Es a través de esta exploración que el jugador puede entrar en contacto con todo tipo de armas, enemigos y side-quests. Cuando te cansas de los shrines, exploras el mundo; Cuando te cansas de explorar el mundo, haces un quest. Todo esto mientras Link se hace más fuerte y el jugador conoce más el mundo. Es una exploración orgánica que lleva a que el jugador conozca a los biomas por su propia cuenta. Hay momentos de Breath of the Wild que nunca se olvidarán, y probablemente sean 100% diferentes a los míos.
Por este mundo fantástico y las posibilidades de exploración, The Legend of Zelda: Breath of the Wild es uno de los mejores juegos de toda la historia.