¿Recuerdan cuando, en mi crítica de “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew”, mencioné que sería una pena que la siguiente secuela regresara a lo de antes? Bueno pues, aquí estamos con “Pokémon Ranger y el Templo del Mar”, y aunque no se trata de una regresión completa, no está ni cerca a estar al mismo nivel que su predecesora. Previsible y terriblemente infantil, se trata de una cinta que continua con las mejoras visuales que introdujo la película anterior, pero que a nivel narrativo y conceptual sigue la fórmula de la franquicia al pie de la letra. Al filme anterior se lo aguanté un poco precisamente porque trató de hacer cosas nuevas en términos de escala y animación, pero no le puedo dar el mismo beneficio a “Pokémon Ranger y el Templo del Mar”, lamentablemente. Ya era hora de hacer algo distinto, y esta nueva entrega de la saga, desgraciadamente, no fue capaz de lograrlo.
Como deben imaginarse, al igual que varias de las cintas anteriores, “Pokémon Ranger y el Templo del Mar” involucra una leyenda y un nuevo Pokémon. Esta vez, tenemos a la Gente del Agua, y el mito sobre el Templo del Mar que ellos mismos construyeron. Dicho templo tiene en su interior la Corona del Mar (el nuevo MacGuffin), la cual no ha sido vista por nadie en cientos de años. Y por supuesto que Ash Ketchum y Pikachu se ven involucrados en el resurgimiento de dicho templo — conocen a Lizabeth, descendiente del Pueblo del Agua, y a Jack Walker, un Pokémon Ranger —de ahí viene el título, obviamente— que tiene que proteger un huevo de Manaphy, más conocido como el Príncipe del Mar. Pero cuando un pirata llamando el Fantasma amenaza con utilizar el huevo para sus propios planes nefastos, nuestros protagonistas tendrán que hacer hasta lo imposible por protegerlo.
Al menos May la pasa bien
No hay nada nuevo en la trama de “Pokémon Ranger y el Templo del Mar” —como siempre, tenemos una leyenda que está a punto de hacerse realidad, y a Ash y sus amigos, quienes casualmente se ven involucrados en la situación. Mientras que la cinta anterior, con una historia de trasfondo profunda y un desarrollo de lore bastante intrigante, lograba expandir el mundo de Pokémon de maneras bastante inesperadas, “Pokémon Ranger y el Templo del Mar” simplemente regurgita lo que hemos visto muchas veces antes en entregas anteriores. Ni siquiera la inclusión de Jack, el Pokémon Ranger, logra generar algo de interés. La idea el personaje es buena, pero este no está particularmente bien desarrollado, por más que quieran hacer énfasis en su enlace con Manaphy, ya sea en forma de huevo, o ya nacido.
De hecho, lo más interesante de la película está en el desarrollo de May —una de las compañeras de Ash—como personaje, ya que también tratan de generar una relación entre ella y Manaphy, lo cual termina por funcionar mucho mejor que lo que tratan de hacer con Jack. Los acompañantes de Ash, fuera de los clásicos Brock y Misty, no suelen robarse el show, pero en este caso, tenemos a una May a quien le otorgan un propio arco de personaje, en el que la vemos crecer y cambiar de formas que pocas veces se han visto antes en esta saga. Debo decir que la manera en que, al menos tratan de hacer algo con ella me sorprendió, especialmente en comparación a lo previsible y sosa que puede llegar a ser el resto de la película.
Porque, nuevamente, “Pokémon Ranger y el Templo del Mar” no hace nada por cambiar el status quo, o por cambiar algo de la fórmula de la franquicia. Los guionistas tienen que encontrar alguna otra forma de desarrollar historias en estas películas —no todo tiene que involucrar una leyenda, un nuevo Pokémon poderoso o importante, o un festival. A estas alturas del partido, la inclusión de estos elementos narrativos se ha vuelto increíblemente previsible, lo cual convierte a la mayor parte de estas películas en ejercicios de tedio casi insufribles. Nuevamente, “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” lograba evitar todo esto —la mayor parte del tiempo— porque se sentía más épica, y porque por fin logró introducir algunas innovaciones visuales respecto a sus predecesoras. “Pokémon Ranger y el Templo del Mar”, desgraciadamente, no hace nada de esto.
Un retroceso casi total
De hecho, a nivel de animación, es “Pokémon Ranger y el Templo del Mar” es meramente cumplidora. Sí, el Templo del Mar tiene algo de encanto, y a nivel de diseño, Manaphy es insufriblemente tierno, pero fuera de eso, tenemos lo mismo de siempre: buenos modelos en 2D que no combinan demasiado con los elementos en 3D, y animación de calidad bastante básica. El hecho de que la película reutiliza mucha música de la serie ciertamente no ayuda que no se sienta barata. ¿De repente gastaron demasiado dinero en la cinta anterior, y tuvieron que ahorrar algo de dinero en esta? Sea cual sea la excusa, se nota la diferencia en calidad visual entre el filme previo y “Pokémon Ranger y el Templo del Mar”.
“Pokémon Ranger y el Templo del Mar” es una decepción. Se trata de una película que introduce cliché tras cliché, apegándose frustrantemente a la fórmula de la franquicia para generar una historia previsible y ocasionalmente cursi. Necesitamos un gran cambio en las películas de “Pokémon”, incluso más drásticos que los que se incluyeron en “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew”. Considerando que todavía me faltan ver varias, supongo que todavía me puedo mantener con algo de esperanza. ¡No me pinchen el globo en los comentarios!