Mira tú, otra película decente de Pokémon. No es por nada, pero a pesar de ser fanático de los juegos, y de haber disfrutado inmensamente del anime cuando era niño, las películas de esta saga, en general, me han decepcionado. A las primeras les tengo cariño porque las vi en el cine y en mi casa cuando era niño, pero las secuelas más modernas me han saturado con tramas muy parecidas las unas a las otras, estructuras aburridas, y villanos que no tiene nada de interesante. Es una pena, porque Pokémon es una saga llena de potencial, la cual podría ser convertida en películas narrativamente más intrigantes y complejas, o en todo caso, más encantadoras. Si no, pregúntenles a los guionistas y director de Detective Pikachu (¡estoy muy emocionado por verla!).
Pero pasando a “Pokémon: Zoroark – Maestro de Ilusiones”… curiosamente, se trata de una mejora en relación a su predecesora, y en general, de una de las mejores secuelas de la saga que han salido hasta el momento. ¡Considérenme sorprendido! Ahora bien, no estoy diciendo que se trata de una cinta genial ni mucho menos, pero lo que hace, lo hace bastante bien. Y lo más importante: logra evitar la mayor parte de clichés y estructuras narrativas usadas en cintas anteriores, para desarrollar algo un poco menos dependiente de batallas épicas y Pokémon legendarios, y más concentrado en una trama sencilla, pero suficientemente interesante. Pues resulta que si se esfuerzan, pueden hacer una buena película animada de Pokémon. Quién lo diría.
Como siempre, Ash, Dawn y Brock llegan a una nueva ciudad – Ciudad Crown. Esta vez, planean participar en un torneo anual llamado Baccer, pero antes de eso, se encuentran a un Zorua perdido que puede hablar (sip, igual que en Detective Pikachu) y que está buscando a su madre. Su madre es el Pokémon del título, Zoroark, quien está siendo manipulada por un hombre de negocios llamado Grings Kondai. Este último está buscando una energía creada por los viajes en el tiempo de Celebi, quien veinte años atrás, le dio a Kodai la habilidad de ver el futuro. Nuestro villano está perdiendo sus poderes, razón por la que quiere encontrar a Celebi. Como se deben imaginar, nuestros héroes tienen que detener a Kodai y salvar el mundo, esta vez, con la ayuda de versiones shiny (de otros colores) de Raikou, Entei y Suicune.
Otra estructura
La trama es un poco más compleja de lo que usualmente espero de una película de esta saga —lo cual, considerando lo parecidas que han sido la mayoría de estas cintas, es algo muy bueno. Ahora bien, no se trata de una narrativa particularmente complicada, pero al menos se siente lo suficientemente original como para que uno se mantenga interesado en la misma. De hecho, me sorprendió el que se centre tanto en Zoroark como en Celebi, lo cual hace que se conecte, hasta cierto punto, con un par de las películas anteriores. A diferencia de otras secuelas, además, “Pokémon: Zoroark – Maestro de Ilusiones” no depende tanto del rol de los Pokémon legendarios, lo cual también es refrescante —los tres perros legendarios, por ejemplo, tienen poco o nada que hacer, lo cual podría decepcionar a algunos fans. Para mi, fue un buen cambio (es más, yo hasta los hubiera quitado).
El simple hecho de que “Pokémon: Zoroark – Maestro de Ilusiones” tenga una estructura distinta a la que estamos acostumbrados, y que tenga un villano relativamente interesante, quien no siempre es mostrado de manera negativa, ya de por sí es de aplaudirse. Siento que esta es una de las pocas películas de la franquicia que confía en su público, y que no considera necesario explicar todo de manera exagerada. Bueno, al menos hasta el final —digamos que el mensaje pro-plantas es todo menos sutil, lo cual, desgraciadamente, ya sea ha convertido en una característica importante de estas películas. Siempre incluyen un mensaje, y siempre es transmitido de forma absurdamente tosca. Parece que algunas cosas nunca cambiarán.
En lo que se refiere a la animación… si han leído mis análisis de las cintas anteriores, probablemente ya saben qué es lo que escribiré. Tenemos lo de siempre: animación en 2D relativamente fluida, y elementos en 3D que no se sienten particularmente orgánicos, al menos en comparación a todo lo demás. En todo caso, vale la pena resaltar que el fuego, al menos, luce bastante bien, especialmente en comparación a lo que hemos visto en otras películas de la franquicia. Parece que los filmes de Pokémon nunca tratarán de hacer nada particularmente novedoso a nivel visual —y eso que les convendría bastante, aunque sea para atraer a un público distinto.
¿Un nuevo estándar?
Debo admitir que “Pokémon: Zoroark – Maestro de Ilusiones” terminó siendo una grata sorpresa, una película que, a pesar de no hacer nada particularmente complejo, introduce suficientes novedades narrativas y de caracterización, como para resaltar de entre todas las secuelas que han salido hasta el momento. No es lo suficientemente original como para convertir a aquellos que ya odien estos filmes, pero para aquellos que piensen verlas con la mente abierta, o que al menos hayan disfrutado de Pokémon en otros medios (videojuegos, cartas, TV, etc.), puede terminar siendo una experiencia bastante entretenida. Si consideramos a “Pokémon: Zoroark – Maestro de Ilusiones” como el nuevo estándar de la saga, todo lo que espero es que las siguientes entregas no vayan a decepcionar.