Microsoft está no habido. O al menos eso dejó ver esta semana en la ceremonia de The Game Awards, la premiación a los mejores y más mediáticos videojuegos del 2022. Y esto podría —perdón, debería— preocupar a la división Xbox. Sin embargo, a quienes más tiene nerviosos estos últimos años, es a sus fans.
No solo hablamos de premios y nominaciones, sino que además Microsoft ha presentado año a año cada vez menos World Premieres y trailers en los Game Awards.
Comencemos con las galardones. Para 2020, los Game Awards tuvieron apenas a cuatros juegos de Xbox Game Studios en nominaciones de mediano nivel: Microsoft Flight Simulator (Mejor Simulador), Gears Tactics (misma categoría), Ori and the Will of the Wisps (Mejor Acción/Aventura y Dirección de Arte), y la promesa de un Halo Infinite (Juego Más Esperado). Y de todas, solo Flight Simulator se llevó un premio a casa. Por otro lado Sony y sus juegos exclusivos barrieron el piso con más de 30 nominaciones en distintas categorías y con el mismo número de juegos en su haber (Spider-Man Miles Morales, Final Fantasy VII Remake, Ghost of Tsushima y The Last of Us Part II). Y ganaron en 11 de ellas, incluyendo Mejor Juego del Año.
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En 2021 la cosa estuvo incluso más apretada para Microsoft, pues cuatro juegos entraron al ruedo: Psychonauts 2, Forza Horizon 5, Halo Infinite y Starfield, pero los dos últimos estuvieron relegados a categorias de Voto de Público y Mas Esperados. Forza Horizon 5 se llevó tres premios, pero el nominado a Juego del Año, Psychonauts 2 cosechó pocos aplausos al enfrentarse a exitosos third-party como Resident Evil Village, It Takes Two y Metroid Dread.
¿Y qué pasó este año? A todas luces, Xbox estuvo ausente de la premiación. Xbox Game Studios no obtuvo ni una sola nominación directa y apenas ganó por asociación al ser co-publisher de As Dusk Falls (encima ganó el desabrido premio Games for Impact). Y a estas alturas, tomar en serio la nominación de Starfield como Juego Más Esperado ya parece un mal chiste. ¿Hubo avances de juegos para Xbox Series X y S? Sí, pero fueron en su mayoría juegos third-party que también llegarán a consolas PlayStation y PC. Donde sí vimos un empuje de la marca Xbox fue en las tandas comerciales, impulsando su servicio Xbox Cloud en televisores Samsung.
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No hubo más para los fans de Xbox. No hubo nada sobre Hellblade 2 (un juego que, personalmente, espero para comprarme una Xbox Series X). No hubo nuevos vistazos a Starfield, Redfall o el nuevo Forza. Y mucho menos —que Dios nos escuche— nuevo contenido interesante para Halo Infinite. A quien sí vimos en la ceremonia fue a Phil Spencer, el mandamás de Xbox, visualmente incómodo y apenas sonriendo cuando As Dusk Falls se llevó el único trofeo que podrán exhibir en una repisa que debe estar, a estas altura, atrapando polvo.
Mientras tanto, del otro lado del escenario, Sony Interactive y Hideo Kojima presentaban Death Stranding 2 y luego la expansión para Horizon Forbidden West, además de Returnal y The Last of Us Part 1 para PC. Y hasta Nintendo —con un hermoso spin-off de Bayonetta— trajo algo nuevo a la mesa.
Pero, ¿podemos culpar a Spencer? Algunos diríamos que sí. Ya han pasado cinco años desde que Xbox comenzó a comprar estudios indiscrimidanamente buscando mejorar su libreria de exclusivos, pero los resultados apenas y han dado frutos. Podemos culpar a la pandemia, claro. Pero esta crisis de salud nos afectó a todos, incluyendo a otros desarrolladores y publishers como Bandai Namco, EA ó los múltiples estudios de Sony Interactive. Y todos ellos han logrado entregar productos estelares en el mismo lapso de tiempo en el que Microsoft demoró los suyos.
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Ante los ojos de analistas y fans, Microsoft simplemente no está cumpliendo sus promesas de nuevos titulos y parece más preocupado por potenciar su servicio Game Pass que, para que no se nos olvide, tiene como uno de sus principales atractivos los lanzamientos Día Uno de juegos de los estudios de Xbox; lanzamientos que están demorados y de los que nada se dijo en los Game Awards, el show más importante de fin de año. ¿Ven dónde está el problema?
Sabemos que Microsoft no está en su mejor momento. Ha prometido desembolsar 69 mil millones de dóalres, en efectivo, por la compra de Activision Blizzard. Eso pondría nervioso a cualquiera, más aún si las autoridades de comercio de dos importantes mercados globales (Estados Unidos y Europa) han decidido revisar bien las condiciones de compra por sospechas de competencia desleal. Es más, la FTC de los Estados Unidos decidió esta semana llevar el tema a las cortes de su país. Con razón Spencer fue a los TGA con cara de pocos amigos.
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Xbox tiene que despertar y darse cuenta que, muy a parte de lo mucho que demora hacer un videojuego «triple A» y de sus problemas legales, esta industria se alimenta del entusiasmo de sus clientes. El hype es un medidor muy poderoso en todo ámbito del entretenimiento, incluido el del gaming. Dejar a la deriva a los fans que compraron una Xbox Series X/S confiados en el potencial de los estudios de Microsoft es un tremendo error. Esto podría hacer que ese entusiasmo se apague o, peor aún, se convierta en resentimiento hacia aquello que tanto aman.
Irónicamente, si una lección puede apenderse del hoy apagado Halo Infinite es que no importa que tan popular sea tu IP o que tan divertido sea tu juego; si no mantienes a los fans entretenidos o al menos les pruebas que estás trabajando para darles lo que quieren, estos pueden abandonarte en un santiamén. Microsoft tiene esta lección en la cara y parece no darle importancia. The Game Awards 2022 fue una oportunidad desaprovechada. El 2023 tiene, a toda costa, que ser un mejor año para Xbox. Ojalá así sea.